Aja la baraja con Huejotzingo, mis valedores. Y es que por esos lares, luego que un trabajador muriera sepultado tras un derrumbe de obra, chingo y montón de dudas quedan por el tamaño de la tragedia.
Y es que el fallecimiento de un valedor no es poca cosa, y menos cuando se trató de una obra que no contaba con los permisos correspondientes, a todas luces, clandestina.
Resulta que la víctima mortal se trató de un arqui de 37 años, quien estaba chambeando en la colocación de ductos de drenaje, en plenas calles de Huejo, en la zona del mercado “Hermanos Serdán”. Cuando de repente, el alud de tierra lo sepultó junto con otros valedores que estaban en la misma zanja, lo cual puso en chinga a las autoridades de rescate pa’ tratar de salvarles la vida.
Mientras le caían al sitio ambulancias y patrullas, fueron carnales de a pie los que hicieron lo imposible pa’ remover la tierra y buscar hasta con las uñas llevarlos hasta el aire libre.
Ya entre todos, chambeadores, curiosos y colados, lograron ayudar a varios compadres que alcanzaron a librarla, pero no todo tuvo su final feliz, pos el arqui identificado como Magdiel “N” falleció en el sitio.
Es más, apenitas la tragedia se había consumado se hablaba que la mentada obra de drenaje era parte de la rehabilitación de "El Ajal", pero nel, resultó que los trabajos que se hacían no contaban con permisos, como quien dice, los responsables se fueron por la libre.
De ese tamaño la negligencia de los particulares que se pasaron por el arco del triunfo cualquier medida de seguridad, pa’l menos respetar la vida de los maistros y chalanes.
Pero ahí no queda la cosa, banda, pos si bien los mentados dueños de la tragedia deberán responder ante la Fiscalía camotera, no se puede lavar la cara al ayuntamiento de Huejo por no ponerse a las vivas y cumplir con su deber.
O qué, ¿a poco no deben estar bien truchas justo pa’ que cualquier hijo de vecina y vivales a la orden, no pongan en peligro la tranquilidad de las fantas en Huejo?
No se trata de “taparle el ojo al macho”, nel, pos ya hay una vida a cuestas y también desde el ayuntamiento debe haber culpables, al menos por omisión. Y es que ahí mismo debe notarse la mano dura de la alcaldesa, Angélica Alvarado, pa’ apretar las tuercas y que no parezca que dejan enfriar el torito que se les puso en frente.
Pos a leguas se nota que alguien en su gobierno se hizo menso, y de mientras una fanta cemitera llora por la muerte de un valedor.
De ese tamaño la culpa, ni más ni menos.
Ahí se la dejo al costo.