Dándole vueltas al tema, no logro imaginar la forma en la que haya sido tomada la advertencia de AMLO contra los Estados Unidos.
La lógica latina me hace pensar en que desde el viernes pasado, deben estar envarados del estómago tras 72 horas de reírse.
Pero los norteamericanos no tienen ni el humor, ni la paciencia que impera en quienes habitamos de este lado del Río Bravo.
Lo que declaró AMLO no es un asunto menor. Si bien es cierto que los altos funcionarios gringos tienen claro que AMLO es de aquellos que ladran, pero no muerden, y que los hechos nada tienen que ver con sus bravatas, también es una realidad que las posturas del presidente mexicano circulan a través de redes y noticieros en la Unión Americana y éstas provocan enfado e indignación entre los grupos en el poderoso país del norte.
Habrá que esperar para ver si no —tal y como sucedió con el muro—, terminamos haciendo exactamente lo que los gringos quieren y las bravuconerías terminan dándole el sol y las estrellas al Pentágono.
Tristemente, estos absurdos discursos, han resultado muy caros para México.
El muro humano compuesto por miles de elementos de la Guardia Nacional, con el que AMLO se tragó sus palabras, es sólo una muestra.
Nunca mejor empleada la frase aquella de “el que ríe al último, ríe mejor”.
Y aquí, la diarrea mental de AMLO lo ha hecho reírse primero.
Ni más, ni menos.
La guerra no es un chiste
¿Recuerdan aquella historia del alcalde que pidió lo comunicaran al Pentágono para declararle la guerra a los gringos, porque le deportaron a unos paisas los de la migra de USA?
Burlonamente le contestaron que si ellos querían en tres horas mandaban 3 mil soldados, además de aviones bombarderos y tanques blindados.
Al escuchar los números dijo preocupado que llamaría después porque checaría unos pendientes.
Media hora después el alcalde vuelve a llamar para decirles que se raja.
¿Ah, verdad? ¿No que muy machito?
Machitos sí somos, pero no nos alcanza para alimentar a 3 mil prisioneros ahora que nos los chinguemos y les ganemos la guerra.
Pues evidentemente lo que era un chiste absurdo, AMLO nos demuestra que su gobierno también es un chiste, al que nadie debiera confiarle ni la jefatura de manzana.
Y si esto viniera de cualquier otra persona, quizá no tendría mayor relevancia.
Lamentablemente ofíciense del presidente, quien está claro no goza de cabal salud en lo mental y, después de lo de Mérida, tampoco en la salud general.
Y la pregunta que salga es: ¿está AMLO en condiciones de llevar las riendas de nuestro país?