El fin de semana pasado no fue un buen fin de semana para mí. El sábado murió mi padre, Don Pedro Aguilar Martínez, y el domingo uno de mis grandes amigos, el maestro periodista Ricardo Rocha.
No hablaré de mi padre, porque todavía no sé cómo procesar su partida del mundo terrenal, por lo que, escribiendo, quiero seguir recordando a Ricardo Rocha.
Era el año de 1988, y aunque ya era un periodista reconocido, para un joven de 25 años que iniciaba en la política, pues era prácticamente desconocido.
Sin embargo, siendo parte del equipo del “Maquío”, Manuel Jesús Clouthier del Rincón, que en ese entonces era el candidato del PAN a la presidencia de la República, hubo una entrevista que muchos recuerdan por las respuestas que dio el candidato, pero que yo recuerdo por la apertura y las preguntas del entrevistador: Ricardo Rocha.
Entrevista que sigue siendo recordada por los que la vimos en vivo hace 35 años, en esa empresa de televisión a la que se le tuvieron que arrancar las entrevistas, a base de presión.
Los jóvenes políticos queríamos tener la oportunidad de ser entrevistados por el señor Rocha, lo que sucedió muchos años después, en múltiples ocasiones.
Años después, un amigo en común, Alberto Ortiz, nos presentó y selló el inicio de una amistad que perduró en el tiempo.
Buenas y largas comidas, tardes bohemias y mucha plática política, fueron el sello distintivo de nuestras reuniones.
A diferencia mía, cuando nos reuníamos, no tomaba destilados, era un amante de los buenos vinos.
Para muchos y muchas, fue un maestro del periodismo, para mí, siempre fue un amigo con quien disfrutaba tardes enteras con amigos en común, Beto Ortiz o Fernando Pérez Noriega.
Unos días antes de la presentación de mi libro sobre negociación política, en el antiguo palacio de Xicoténcatl, nos encontramos en un restaurant y me reclamó por no haberlo invitado a presentarlo, a lo que le respondí que solo había pensado en académicos políticos como Pepe Woldenberg, Manlio Fabio Beltrones, Carlos Navarrete, Santiago Creel, Marko Cortés y Luis Antonio Godina, a lo que me respondió que solo quería ser el humilde presentador del evento.
Así lo hizo, y la presentación, además de ser un éxito en lo político, consolidó la amistad y el cariño, que aún ahora, siento por todos los que están, y por el que se nos adelantó.
La partida de Ricardo Rocha hacia el creador deja un vacío enorme en el periodismo mexicano, en el referente político y en la relación humana, por lo que se le va a extrañar y mucho.
Descansa en paz querido Ricardo, lo hiciste y lo hiciste bien. Algún día nos volveremos a encontrar. Mientras tanto, dile al que todo lo puede que cuide a nuestra nación.