Subí a mis redes sociales el video de un par de banderillas de una novillada en Guadalajara del 7 de junio del 2003 que provocó comentarios de alarido: "¡Dios santísimo, qué par!", escribió uno de mis amigos. Siguieron otros mensajes: "Qué facultades y que pedazo de par", "¡Vaya par!" "Wow, qué par", "Le dio todas las ventajas y salió airoso".

En el video aparece el subalterno Pablo Miramontes que ejecuta un par de banderillas al cuarteo. Las imágenes podrían usarse para enseñar la suerte porque representan el ejemplo de un par de banderillas clásico y al más estilo mexicano.

Empezémos con algunas explicaciones. Cuartear, según la RAE, es "hacer un movimiento en curva". En un par de banderillas al cuarteo al que hacemos referencia, el toro se sitúa sobre la raya del picador, el torero se coloca frente al adversario, dejándose ver, por el público y por el toro.

El torero lleva la voz cantante. Con el cuarteo, es decir, corriendo en semicírculo en dirección al toro, le provoca la arrancada. En el momento de la reunión, el torero levanta los brazos y clava los palos entre los pitones. Después, con gallardía, sale andando.

Voy a resaltar algunas características del par de Pablo Miramontes que se han ido perdiendo, especialmente en los matadores banderilleros.

Y se ha ido abandonado porque copian a los españoles olvidándose de la escuela mexicana, ese movimiento que encumbró a los discípulos de Saturnino Frutos "Ojitos" como Rodolfo Gaona, Luis Freg, Alberto Balderas, David Liceaga, Ricardo Torres, Carlos Arruza, Alfonso Ramírez "Calesero", Fermín Rivera, Eduardo Liceaga, Carlos Vera "Cañitas", por mencionar algunos.

Primero, en lugar de llevar el "par hecho" como acostumbran en España, Miramontes saca las banderillas de abajo en el momento de la reunión. Segundo, se asoma al balcón, esto es, clava entre los pitones del toro.

Tercero, no da un saltito antiestético como lo hacen El Chihuahua o Enrique Colombo, sino que coloca el par parado en las puntas de las zapatillas que se quedan colocadas en la arena.

Cuarto, le da todas las ventajas al toro y sale del encuentro caminando, con elegancia y hasta con un dejo de desprecio hacia la bestia que corre hacia el otro lado.

Para poner un par de banderillas así se necesita técnica, precisión, arte y mucho valor. Pablo Miramontes me dice que entrenaba horas, todos los días.

Que practicaba en la carretilla y que ensayaba los movimientos en las tientas de machos donde se corren los toros a cuerpo limpio. Ahí fue entendiendo los terrenos y los movimientos de los animales.

Realizar bien la suerte de banderillas requiere, además, un enorme compromiso porque se realiza de frente, llevando como arma únicamente la intuición y el deseo del artista por lucirse. Cuando el torero lo hace con pasión y sinceridad, toca fibras sensibles entre los aficionados.

Quizá por esa razón, el sevillano Manuel Machado decía: "Y antes que un tal poeta, mi deseo primero / hubiera sido ser un buen banderillero".

Tengo la impresión que Manuel Machado, al igual que algunos subalternos como el propio Pablo Miramontes, es un artista subvaluado. Quizá porque al final de su vida cantó loas al régimen de Franco… Su poesía tiene una gran sensualidad y romanticismo.

Gerardo Diego escribió de él:

Porque se llama Manuel

y Machado se apellida,

en su verso Muerte y Vida

juegan partida y nivel.

¿Quién vence? Tablas. Y él,

banderillero de Apolo,

supo, cantó y está solo:

ese poeta chapado

que se apellida Machado

y le llamaban Manolo.

Gerardo Diego se refiere a los principales mensajes de la poesía de Machado: "Muerte y Vida". Quizá uno de los poemas de Manuel que más me gustan es "El camino de la muerte" en donde en sus versos invita a gozar de la melancolía:

de no saber, de no creer, de

soñar un poco. Ama y olvida,

y atrás no mires. Y no creas

que tiene raíces la dicha.

No habrás llegado hasta que todo

lo hayas perdido. Ve, camina...

Es el camino de la muerte.

Es el camino de la vida.

La obra de Manuel Machado muestra un desapego personal: "¡Que la vida se tome la pena de matarme, / ya que yo no me tomo la pena de vivir...!"

Decía que la gente apreciaba de él "La agilidad, el tino, la gracia, la destreza, /más que la voluntad, la fuerza, la grandeza..." Afirmaba que su elegancia era "buscada, rebuscada" y que prefería el "a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero".

Tal vez por eso Gerardo Diego lo define con la metáfora de "banderillero de Apolo", que era el dios griego de las artes, la belleza y la luz.

Manuel Machado termina su poema "Retrato" afirmando:

Y antes que un tal poeta, mi deseo primero

hubiera sido ser un buen banderillero.

Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa

es alegre, aunque no niego que llevo prisa.

Por cierto, mañana inician las novilladas las novilladas en Guadalajara y torea Lagartijo, el hijo de Pablo Miramontes. A él y a los demás chavales que se presentarán en esta temporada de la Nuevo Progreso les deseo mucha suerte.