En escenarios de guerra y en tiempos de autoritarismos político y religioso, se afecta directamente a las mujeres.
Lo estamos viendo en las espantosas imágenes que nos llegan de Israel o las que hemos visto de Ucrania o de cualquier otro país en escenario de guerra, que demuestran los terribles momentos que viven las mujeres y las niñas y que muchas de ellas no podrán atestiguar porque son asesinadas, sus cuerpos abusados, perseguidas, víctimas de delitos de lesa humanidad.
Docenas de estudios han demostrado que las guerras empeoran las muchas desigualdades, las cuales persisten mucho tiempo después de que concluyen.
Lo conocemos cuando se documenta la vida de mujeres que han defendido los derechos humanos de otras mujeres y que por ello han sido perseguidas, detenidas reiteradamente, como ha sido la vida de Narges Mohammadi, premio Nobel de la Paz 2023, activista, periodista, vicepresidenta del Centro de Defensores de los derechos humanos, que por negarse a usar el velo y estar en contra de la pena de muerte en su país, ha tenido que pasar más de 30 años en prisión y ha sufrido154 latigazos como castigo corporal.
Lo vivimos en México en todas esas regiones en que viven un “estado de sitio” por la delincuencia organizada que se apodera de sus territorios, que han sido desplazadas, violadas, asesinadas, desaparecidas.
Sin embargo, en todos estos escenarios de catástrofe y procesos de destrucción, de resistencia armada, de lucha permanente por la libertad de las mujeres, de generación de víctimas, de violaciones recurrentes a los derechos humanos; se pueden dar, paradójicamente alicientes para la movilización colectiva contra las violencias, donde las mujeres mismas presentan procesos de empoderamiento, de toma de conciencia y de transformación individual (Romero Gutiérrez, 2023).
Y las demás, lo hemos ido aprendiendo, desde los feminismos, desde las mujeres que luchan de formas diversas a lo largo de todo el mundo, -como dice la misma autora- envueltas en la conflictividad y el riesgo permanente y vamos reflexionando sobre los aportes que nos han dejado las kurdas y sus resistencias, Malala Yopusafzai y su lucha por el derecho a la educación de las niñas y las mujeres; o, las mujeres zapatistas de los altos de Chiapas y sus luchas o las madres de desaparecidas y sus búsquedas.
Mujeres que se han manifestado contra las políticas de discriminación, de opresión, por los derechos de las mujeres, que se han ido convirtiendo en símbolo inspirador para todas las mujeres del mundo, y que empujan a continuar transformando nuestras realidades cada una desde nuestras trincheras.
Nos lo deja ahora Narges Mohammadi cuya defensa por la libertad de las mujeres iraníes ha sido estimulada al recibir el Premio Nobel de la Paz 2023, que incluso sabe que este premio la meterá aún más en problemas, pero que sin duda otorgárselo es un mensaje de esperanza para todas las mujeres.
Las mujeres tenemos presente que el autoritarismo seguirá amenazando las libertades fundamentales no solo de nosotras, la de todos.
Bien se ha dicho: cuanto más autoritarismo, menos libertades individuales.