Se han preguntado ¿Cuántas caras tiene la violencia en contra de las mujeres?

De los tipos de violencia: física, psicológica, patrimonial, económica, sexual, ácida, que marca la Ley estatal de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, se han desprendido infinidad de modalidades: familiar, en el ámbito laboral o docente; en la comunidad; obstétrica; institucional; política; feminicida; digital; en el noviazgo; y seguramente muchas más que se irán acumulando y que aún ni siquiera están reguladas como la que se asoma en la actualidad, la que se ejerce vía inteligencia emocional.

Las violencias contra mujeres adoptan muchas formas, todas ellas han sido visibilizadas por las mismas mujeres producto de ese doble papel -que hasta en esto tenemos- por un lado como víctimas y por el otro como protagonistas de los cambios.

Los prejuicios, los estereotipos, los roles asignados todavía muy comunes y naturalizados son la raíz de las violencias y si hay una conducta que es el factor que impide el desarrollo no sólo de las mujeres, también el de la sociedad, del país y que impacta en todos los ámbitos, es justamente la violencia que se ejerce contra las mujeres.

De ahí la determinación de declarar el 25 de noviembre como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y de ahí también la necesidad de ampliarlo a todos los días 25 de cada mes.

Sin embargo, en lugar de detenerla o de reducirla se incrementa ¿Qué pasa entonces? ¿Por qué no hemos podido incidir? ¿Será que los hombres todavía se ubican en ese contexto de poder denominado sistema patriarcal, en el que les enseñaron a disponer de nuestro cuerpo, de nuestra estabilidad emocional, de nuestra integridad y hasta de nuestra vida? O ¿Será  que las mujeres no hemos entendido que los hombres como dice Marta Lamas, han sido “troquelados por el patriarcado al igual que nosotras” y que entre ellos también son diversos, como somos nosotras y que muchos de ellos ya son nuestros aliados? Porque la violencia se aprende.

Hagamos conciencia, esta gravísima problemática nos incumbe a todas y a todos, de todas las edades, de todas las condiciones sociales, profesionales o no, del campo, de las ciudades, indígenas o no, a las instituciones educativas privadas y públicas, a las instituciones de los gobiernos de todos los niveles ¿Qué estamos haciendo cada una y cada uno de nosotros? ¿Cuáles son nuestras conductas personales, laborales, familiares? ¿Cómo nos relacionamos con nuestro exterior?

Porque ya hemos visto que no es suficiente con leyes; los datos son de locura, once mujeres asesinadas todos los días en México; una cada semana en Puebla; sesenta mujeres violadas diariamente; doce mil desaparecidas; 7 de cada 10 del total de mujeres sufriendo algún tipo o modalidad de violencia en el país; todos, datos oficiales, pero que organizaciones civiles expertas en esta materia, dan seguimiento a muchos más ocultos por las instituciones  y los suicidios y un sinnúmero de violencias sutiles o micro-violencias que se han definido como micro-machismos.

Sí, cambiar ésta realidad es responsabilidad de todos, pero los gobiernos tienen también  una altísima responsabilidad y no hay que descubrir “el hilo negro” -como coloquialmente se dice- hay investigaciones aplicadas que han dado resultados y logran reducirla,  como la del Banco Mundial que señala: empoderamiento económico de las mujeres con programas de transferencia monetaria; programas de prevención en las familias y en el maltrato infantil; programas de prevención específicos y diferenciados; construcción de espacios seguros; acciones para mujeres sobrevivientes: casas de acogida, líneas telefónicas de emergencia, refuerzo de políticas de acoso sexual, protocolos de atención; identificación de niñas, niños y adolescentes con riesgo de abandono escolar y quienes no regresaron a las escuelas después de la pandemia del Covid; embarazo adolescente; campañas múltiples; y muy importante, aplicar la normativa para reducir impunidad. Urgente un frente común en su prevención y en su atención.

Sin duda muchas caras tiene la violencia contra las mujeres. Urge actuar integralmente.