El sistema hidrológico Cutzamala padece la peor sequía en sus casi 30 años de operación como proveedor de agua a la Ciudad de México y la zona Metropolitana, tiene el 40.7 por ciento de su capacidad de almacenamiento, con un déficit de 37.8 por ciento con relación a niveles históricos al 15 de enero, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), citados por Aristeguinoticias.com, 2024.
De no cambiar las medidas para gestionar y reusar los recursos hídricos, se estima que la Ciudad de México podría llegar al Día Cero, momento en el que termina el suministro de agua en un lugar, en el 2028, según Roberto Constantino, Coordinador General de la Red de Investigación del Agua de la Universidad Autónoma Metropolitana (AgUAM), citado por El Financiero, agosto, 2023.
Debido a la actual sequía, el gobierno de Chihuahua, a través de la Secretaría de Desarrollo Rural, hizo un llamado a los ganaderos para comercializar el ganado que ya no puedan mantener en los pastizales por la grave escasez de forrajes, informa Mayra Selene González, de El Diario de Chihuahua, enero, 2024.
En tanto, el Sistema Meteorológico Nacional de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) indicó que, al 31 de mayo del 2023, el porcentaje de áreas con sequía moderada y extrema en México alcanzaron el 33 por ciento. Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), reporta que la sequía se ha incrementado 29 por ciento en los últimos 23 años.
La sequía y la demanda creciente de agua han tenido fuertes impactos en el abasto para los diferentes usos en varias partes del país, lo cual ha incrementado los reclamos contra las autoridades por la mayor dificultad para acceder a esta necesidad prioritaria.
La reducción de rendimientos de las cosechas agrícolas ha llegado a niveles preocupantes en varias partes del país.
El abasto de alimentos y el acceso al agua, son dos factores fundamentales en la gobernabilidad y su desatención ha sido motivo de rompimiento de la convivencia social.
El agotamiento de pozos y manantiales, las dificultades para atender a la población, problemas de acceso al agua para usuarios de riego al final de canales de distribución o la reducción del número de riegos en áreas agrícolas dependientes de presas han sido ahora más frecuentes.
Las sequías recurrentes, el incremento de los desastres naturales ligados al agua, el reducido tratamiento de aguas residuales, la desaparición de acuíferos, la contaminación de ríos con aguas negras y residuos sólidos, la reducción de la pesca ribereña de ríos y mares, junto a una ausencia de una cultura de manejo, cuidado y aprovechamiento racional del agua, son parte importante de una problemática creciente que debe tener un lugar prioritario en la Agenda Política Nacional 2024-2030.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), nos encontramos muy lejos de lograr el Sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS6): agua limpia y saneamiento para todos al 2030, porque solo podría alcanzarse si los gobiernos trabajaran 4 veces más de lo que han venido haciendo.
El agua es un problema real, por eso sorprende la falta de planeación, la ausencia de políticas públicas y una escala de prioridades estatales y nacionales muy distinta a los deseos y necesidades de los mexicanos.
Problemas como el agua no son actualmente parte de políticas públicas nacionales ni de agendas políticas en las cámaras legislativas, mucho menos en partidos políticos como el PRI y PAN, en donde repartirse como botín las candidaturas, cargos públicos, direcciones de escuelas y notarías parece ser el principal propósito de su alianza.
Hace ya mucho tiempo que no nos ponemos de acuerdo en las opciones de solución a los problemas hídricos. Confío en que Claudia Sheinbaum Pardo, por su formación científica, así como Alejandro Armenta Mier, en Puebla, por su experiencia administrativa, hagan algo realmente importante al respecto. Como poblano, cuentan con mi apoyo y mi voto.
Hay ya muchas experiencias en Puebla, y en México, para atender el problema del agua, pero no ha existido voluntad política para su atención. Existen opciones como la captación de lluvia en techados y laderas; reforestación para la protección de acuíferos, con métodos masivos como la aplicación de semillas recubiertas en forma manual y aérea; construcción de represas; desazolve de jagüeyes; y, manejo de cuencas para la recarga artificial de acuíferos.
La agricultura de conservación es una de las mejores estrategias para mejorar la productividad en zonas de temporal; el tratamiento químico, físico o biológico y reúso de aguas residuales; el bombeo solar de agua potable y el bombeo en unidades de riego; la tecnificación del riego agrícola; y, el entubamiento de presas dedicadas a la agricultura, entre otras, son algunas más de estas opciones.