Durante los últimos 8 años he pertenecido a la Federación Mexicana de Tenis, he sido vocal, vicepresidente de internacionales y en los últimos cuatro años primer vicepresidente.

De ahí que entienda y conozca los lastres —incluidos nosotros, los directivos— contra los que los deportistas en México luchan para desarrollarse y triunfar.

Para mí el deporte y la política son una pasión heredada, no concibo una comida familiar sin fútbol, toros y partidos políticos de por medio.

Nací en el año olímpico de México, y desde ese 1968 cada cuatro años esperamos la justa con la ilusión de un jugoso racimo de medallas para nuestro país.

Y así como esperamos la lista de premios de la Lotería tras la compra de un cachito, también lo rompemos al descubrir que no alcanzamos ni un reintegro.

Cruel pero real, es el eterno círculo vicioso del deporte mexicano.

Cómo es que, siendo una nación con más de 120 millones de habitantes, con más recursos que muchos otros países no seamos capaces de obtener una sola medalla de oro.

Cómo quedamos en el medallero un peldaño arriba de Armenia, país con menos de 3 millones de personas.

¿Pero por qué diablos no podemos progresar?

Las razones son más simples de lo que parecen.

Vivimos en un país en el que las ocurrencias, la corrupción y la improvisación son más fructíferas que el talento, la preparación y la eficiencia.

No es casual el fracaso de nuestra delegación de cada cuatro años, cuando se le regatean los recursos a los equipos de nado sincronizado, clavados, atletismo y a varios más, mientras el Presidente le otorga al béisbol más de 2 mil millones de pesos porque es el único deporte que le gusta. Vaya ironía. Dos mil millones de pesos contra los 108 pesos diarios que le dieron al doble medallista olímpico Osmar Olvera. Ver para creer.

Tampoco es casual el caos de nuestro deporte federado, cuando la CONADE de Ana Gabriela Guevara ha vivido estos seis años nadando en un mar de corrupción.

Pero de esos escándalos no es ajeno el deporte en los estados, en donde para no ir lejos, este día se publica un revelador reportaje en el periódico deportivo GRADA, perteneciente a Intolerancia Media Group, de una millonaria desviación de recursos en el Instituto Poblano del Deporte.

Para ser congruente con esta crítica, en un asunto que —en el papel— a mí me compete, el tenis de nuestro país no tuvo un solo representante en París, lo que no tiene otra explicación que el reconocer que ahí también hemos fallado.

Y todo por una espiral en donde nadie resuelve nada. CONADE no reconoce a la FMT; la FMT no tiene un proyecto de desarrollo; los jugadores van por una ruta y los directivos vamos por otra; todo resumido en una mezcla de arrogancia, improvisación y falta de planeación. Ni más, ni menos.

Y así es como veremos pasar veinte ciclos olímpicos más al tiempo que seguiremos mendigando una mísera medalla de oro, que no se consigue desde Londres 2012 con fútbol.

¿O acaso llegará algún día el genio de la lámpara que logre sacar de este abismo al deporte mexicano?

Seguramente Rommel Pacheco -o los nuevos directivos del deporte que Claudia Sheinbaum nombre- asumirán sus cargos asegurando que serán los Midas que bañen de oro a la delegación tricolor en los Olímpicos de Los Ángeles 2028.

Quisiera ser optimista, pero tristemente, con las contadas excepciones de siempre, seguiremos teniendo una delegación de “auténtico” oropel.