En las más recientes administraciones, el talón de Aquiles ha sido la inseguridad. El tema en el país es cada día más sangriento y en Puebla, los hechos violentos no son la excepción.

La percepción de inseguridad, a la par de las muertes violentas, aumenta mes con mes y los indicadores de inseguridad, que aseguran que algunos delitos van a la baja, no se logran reflejar ni en las calles ni en la confianza de los ciudadanos.

En medio de esta realidad, llama la atención que los diputados morenistas hayan decidido premiar justamente al que hasta ayer era secretario de Seguridad Pública en el estado: Daniel Iván Cruz Luna.

Es evidente que hoy por hoy existen muchos juristas que podrían tener méritos suficientes y cartas credenciales que no estén salpicadas de sangre.

La designación de los magistrados locales debería ser un tema que se atendiera con mucha más sensibilidad, máxime si la inseguridad en el estado se encuentra rebasada.

A la par de la cuestionable designación, también debemos señalar que Iván Cruz se va cuando faltan días para que culmine este gobierno y obliga a dejar a un encargado de despacho que simplemente entregue las llaves al nuevo gobierno, en un mes que históricamente, es de los más violentos.

La otra cara de la moneda

En contraparte, existen funcionarios públicos que sí han entregado buenas cuentas en sus encomiendas. Casos como el de Javier Aquino, quien desde la Secretaría de Gobernación ha logrado mantener la política interior en orden, son destacables, lo que hace pertinente su permanencia en el próximo gobierno estatal.

Lo mismo podríamos decir de los titulares de la SEP o de Finanzas. Josefina Morales ha enderezado el barco después del hoyo financiero que dejó el gobierno barbosista y por ello se entiende su continuidad al frente de la dependencia en el próximo gobierno.

En resumen, en donde hay claras muestras de eficiencia, la continuidad puede ser entendible, incluso deseable, pero no es el caso de Seguridad Pública.

Y eso no es sólo percepción.

Leal, ¿suma o resta?

En 2021 uno de los errores de Genoveva Huerta fue sumar a su planilla a Inés Saturnino López Ponce, quien por su misoginia enfrentaba el rechazo de los panistas, y hay quienes afirman que esto le costó lo votos que requería para ganarle la presidencia del PAN a Augusta Díaz de Rivera.

Tres años después, el error parece repetirse. Ahora otro aspirante incluyó en su planilla a una persona que no es bien vista dentro de Acción Nacional.

Guadalupe Leal, como legisladora, prácticamente rompió con el partido, incluso estuvo a punto de votar a favor de la despenalización del aborto, una de las líneas claras que el panismo no hubiera aceptado, pese a que ella estaba en su derecho.

La exdiputada panista también operó, en el pasado proceso electoral, a favor de Movimiento Ciudadano, donde su hijo, Toño Leal fue candidato a diputado local y arremetió contra la administración del panista, Eduardo Rivera.

Pero como buenos políticos, después del 2 de junio y tras las derrotas, llegó el perdón y la reconciliación panista.

Cual patada de ahogado, Leal aseguró ante medios que se están comprando los votos de los consejeros, que hay denuncias, pero sólo verbales y cuando se le pidió que fuera más específica se limitó a decir: “no puedo dar nombres”.

En unos días, Felipe Velázquez evaluará si fue o no buena idea sumar a la ex diputada.