Entre las novedades del gobierno que está por iniciar encontraremos una sección similar al ¿Quién es quién en las mentiras? Que implementó Andrés Manuel López Obrador.

A nivel local y una vez a la semana, el gobierno de Armenta destinará un espacio público para desmentir o precisar la información que consideren falsa.

De entrada, me parece que se trata de un ejercicio drástico. Están partiendo de la base de que los medios poblanos incurrirán en la desinformación o en la franca mentira.

Cuando López Obrador arrancó con la sección lo hizo después de algunos meses en el poder y cuando, a sus ojos, los medios lo calumniaron. Lo presentó, como un contrapeso. Que después derivó en un exceso y un despropósito, es otra cosa.

Sin embargo, en este momento aún no existen los antecedentes en Puebla, para anunciar una sección contra la desinformación. Es como colocar los escudos y las armas antes de escuchar siquiera, los tambores de guerra.

Considero que en los medios poblanos hay periodistas serios, responsables en su gran mayoría. Todos merecen el beneficio de la duda y en este momento, insisto, yo no observo muestras de ataques sistemáticos.

Metodología, el reto

El segundo reto que observo en esta propuesta es la complejidad técnica que se requiere para la verificación de hechos y dichos.

La persona o las personas que se dediquen a contrastar la información publicada deberán ser muy quisquillosas, jugarle al abogado del diablo, porque de lo contrario se encuentran en el enorme riesgo de hacer desmentidos falsos.

De entrada habrán de tener claro que no todo es susceptible de ser “verificado” y menos “desmentido”. Deberán establecer -y seguir a pie puntillas- un método de verificación, para no caer en la tentación de utilizar la sección simplemente como elemento propagandístico

Ahora, cuando se presenten los datos duros con los que se pretenda desmentir, no deberán sucumbir a segregar o segmentar la información, porque entonces el propio gobierno estaría cayendo en la desinformación o en “verdades a medias”.

Si se logra concretar, bajo el rigor de una metodología pública, el ejercicio podría ser ejemplo a nivel nacional, algo que marque un antes y un después en el periodismo. Sin embargo, de sucumbir sólo será una herramienta de respuesta inmediata se volverá la fake de la fake y todo terminará en un cachondeo.

Por lo pronto habremos de ver cómo camina la propuesta de la versión regional. Sin duda y nos guste o no, la sección fue una estrategia que le funcionó a López Obrador para imponer su post verdad.

¿Logrará ser un ejercicio de admiración nacional?

Veremos y diremos.