Los parquímetros nacieron en Oklahoma, hace 93 años, gracias al ingenio de un periodista que al reconocer un problema social ideó soluciones.
El caos vial que se generaba en las calles de la ciudad tenía dos componentes. Uno era el aumento del parque vehícular, que no es nada en comparación con el número de vehículos que hoy circulan. El segundo era que la gente que trabajaba en el centro de la ciudad, aparcaba sus autos por largas jornadas, impidiendo que los visitantes o compradores minoristas pudieran acercar sus autos a las tiendas.
Carl C. Magee, fundador del Oklahoma News, apostó por la tecnología, las universidades y hasta los fontaneros locales para dar vida a su proyecto. Se trataba de crear un aparato que fuera de bajo costo, que se pudiera colocar y operar con relativa facilidad y que también diera a la ciudad una recaudación extra.
Hoy, casi un siglo después, continuamos aplicando el mismo sistema de parquímetros para tratar de solucionar el mismo problema: exceso de vehículos aparcados en calles céntricas.
De ahí que la colocación de parquímetros en nuevas zonas de nuestra capital pareciera, hasta que se invente un nuevo mecanismo, la salida más viable.
Es cierto que la implementación requiere de ciertos puntos como la correcta socialización, misma que se puede lograr dialogando con los vecinos e incluso llegando a acuerdos para que parte de lo recaudado sirva específicamente, para mejorar las zonas en las que se implementen estos artefactos.
El detalle está en que tanto las autoridades como los colonos comprendan que no sólo se tratan de máquinas recaudatorias si no de un proyecto integral de solución a la movilidad de nuestras calles y también para activar económicamente a las colonias o corredores turísticos.
El parquímetro es hoy, la mejor alternativa a los estacionamientos rotativos. También podemos apostar por innovar y lanzar un concurso donde los mismo participen universitarios, docentes, investigadores, ingenieros o quienes crean tener una solución al problema.
Al final, el verdadero reto está en tener calles más ordenadas y con mejor movilidad. La recaudación, insisto, no debería ser la única motivación.