Este martes cientos de locatarios de los mercados de la Ciudad de México desquiciarán el tránsito capitalino con una Megamarcha que busca llegar al Centro Histórico.

La protesta, legítima, es una muestra más de que nuestro país se ha convertido en un territorio en donde las cosas se “arreglan” o se atienden sólo con marchas, bloqueos, cierres y plantones.

En Puebla, en los últimos días, las mayorías han sido víctimas de las minorías. Cierres de calles, autopistas y bloqueos, han puesto de cabeza la movilidad en la zona conurbada.

Es cierto que muchas de las demandas o protestas tienen un origen legítimo, pero hemos excedido la libertad de manifestación en casos como los bloqueos en la autopista que conecta con la Ciudad de México para exigir la liberación de “presuntos” delincuentes.

Ya sea con razón o sin ella, el tema es que vivimos en el país de los paros, los plantones, los cierres de carreteras, de calles, de casetas… Y el pretexto es lo de menos.

Sólo a manera de contexto, en los últimos días lo mismo enfrentamos la incomunicación entre Puebla y Atlixco por la desaparición de dos niñas que el cierre de calles por algunos universitarios que insisten en que se obligue a los arrendatarios a disminuir los costos de las rentas en las zonas aledañas a las escuelas superiores.

También debemos incluir el plantón en el zócalo que realizaron por algunas horas, los policías capitalinos tras el asesinato de dos de sus compañeros. Y la “toma” del Periférico por enfermeras que denunciaron falta de insumos y hostigamiento laboral.

Insisto, algunas de las protestas son completamente entendibles y legítimas. Otras, no.

El problema es que para atender a grupos menores, a veces hablamos literalmente de una veintena de personas, la gran mayoría resultamos afectados. No se trata sólo de tener que buscar vías alternas. Hay muchos trabajadores que llegan tarde o definitivamente se ausentan ante el caos vial.

Algunas personas pierden citas médicas, que fueron conseguidas con meses de antelación, otros se quedan sin poder abordar un avión.

La libre manifestación ya está siendo mal entendida por las autoridades y esto daña la economía, tranquilidad, seguridad, los trabajos y hasta el empleo.

De ahí que la duda es: ¿Hasta cuándo vamos a tomar decisiones?

¿Un mitin vs Trump?

Y hablando de marchas y plantones, cuál será la respuesta de nuestro país ante la imposición de aranceles… un mitin.

En la vida real, Puebla resentirá el aumento, estimado en 25%, a las exportaciones. El sector automotriz será uno de los más golpeados.

Una protesta en el zócalo de la Ciudad de México, por muy soberana que sea, no nos salvará de ello.