Mientras en muchas parroquias poblanas los techos se caen y los curas hacen milagros para llegar a fin de mes, el cardenal emérito Norberto Rivera Carrera parece vivir una versión muy peculiar del Reino de Dios... uno con vallet parking y vista panorámica.
Rivera, ahora está en medio de un escándalo, quien durante años predicó sobre la humildad desde el púlpito, hoy es señalado por haber comprado no uno, sino dos departamentos de lujo en la Torre Mítikah, en la Ciudad de México (CDMX).
¿El costo?
Cerca de 20 millones de pesos, según se ha ventilado en medios y redes sociales.
La noticia, claro, ha encendido la indignación entre fieles que apenas tienen para la ofrenda dominical.
Pero también ya se ha filtrado que no solo Rivera habría adquirido esos nidos celestiales, así como una camioneta blindada Teramont (valuada en 2.5 millones).
El escándalo salpica directamente a Puebla, donde —según versiones extraoficiales— el cardenal sería propietario de al menos 23 bienes inmuebles, entre casas, terrenos, ranchos y hasta concesiones de gasolineras.
Un verdadero emporio, todo mientras miles de creyentes hacen romerías pidiendo un milagro económico.
La cereza en la hostia vino con una carta pública del académico Fernando Sánchez Campos, quien —con tono respetuoso pero firme— pidió al cardenal que aclare el origen de los recursos.
Porque una cosa es recibir donativos y otra muy distinta es aparecer de repente como inversionista de alto vuelo en la torre más cara de la capital.
¿Y qué hizo luego de que le cobraron sus respectivos impuestos?
Para no quedarse sin gasolina para su camioneta, recurrió a su "comadre", la jueza Blanca Lobo, para que el gobierno le regresara 1.3 millones de pesos en impuestos.
Y sí, milagrosamente, se lo concedieron.
La paradoja no podría ser más ofensiva: un pastor que debiera oler a oveja, pero que más bien huele a plusvalía.
Mientras el Papa Francisco vendió relojes para ayudar a los pobres, Norberto Rivera viajó en clase ejecutiva para despedirlo en Roma.
Vaya contraste.
Los templos están vacíos, pero las cuentas —al parecer— llenas.
¿Quién audita la moral de quienes deberían guiarnos espiritualmente?, preguntan los fieles.
Porque cuando la fe se mezcla con el concreto y el dinero, el mensaje ya no llega del cielo… llega del Registro Público de la Propiedad.
Orden en el caos del volante
Alejandro Armenta promete poner orden en el transporte público sin aplastar organizaciones como la “28 de Octubre” o Antorcha Campesina.
Dice que el sistema es un “leviatán” heredado por gobiernos omisos. Pero hoy no solo hay discurso.
Silvia Tanús y Juan Manuel Vega han hecho gran mancuerna y ya aseguraron 48 taxis piratas y presentaron 23 denuncias.
“Aplicar la ley no es autoritarismo”, advierte Tanús.
El mensaje es firme: se acabaron los privilegios.
Los operativos seguirán, y al que no entienda, le caerá el peso de la ley.
Tiempo al tiempo.