Cada temporada de lluvia es la misma queja. Año con año los baches se multiplican en las calles de Puebla y terminan por dañar llantas y defensas de los vehículos.

Esa pandemia que padecemos quienes tenemos que circular por las calles de la capital, la zona metropolitana y hasta por las carreteras estatales, parece no tener fin, pese a las muchas promesas gubernamentales.

El expresidente municipal de Puebla, Victoriano Álvarez García, fue de los primeros en enfrentar el enojo de los capitalinos que entre 1981 y 1984, no vieron resuelto el problema de las calles. El encono era tal, que en las mesas políticas y reuniones se le cambiaba el apellido a ‘Albaches’.

Desde su administración, alcaldes de uno, otro y otro color ahn pasado por la presidencia municipal y ninguno ha encontrado la solución al complejo problema de los asfaltos en Puebla.

En nuestra historia hemos pasado por el cinismo del Luis Paredes quien de plano decidió comprase un Jeep para poder recorrer la ciudad. Pese a la mofa del panista, nunca se presentó un proyecto real que buscara solucionar de fondo el problema.

Antes, con Mario Marín se utilizó el riego de sello, que era una grava aderezada con un polímero que buscaba, previo a la temporada de lluvias, evitar que el acocodrilamiento de las calles y la consecuente filtración de agua. Ello impediría, se dijo, la generación de nuevos baches.

Más adelante vimos pasar el Dragón, en tiempos de Enrique Doger. La enorme máquina fue un mejoral, pero tampoco resolvió. En los datos oficiales se informó que en tres años se rehabilitaron más de 763 mil metros cuadrados y se cubrieron 657 mil baches.

En la lista también vemos incluir el programa Mil calles de Eduardo Rivera, que durante su primera administración prometía la construcción de estas vialidades. Nuevamente, la idea de pavimentar o repavimentar calles fue buena, pero insuficiente frente al problema de los baches.

La incursión, de Rafael Moreno Valle, del concreto hidráulico resolvió algunos tramos, al tiempo que generó nuevas inundaciones, y el problema de los cráteres capitalinos persistió.

En todo este recorrido no podemos omitir a la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla, una organización de la Iniciativa Privada, que operó de 1958 a 1973, justamente con la intención de atender, entre otras cosas, los baches de la capital.

El organismo que, desde la derecha, manejaba recursos del propio ayuntamiento, como una prebenda, tampoco resolvió de fondo el problema.

En resumen, aquí estamos en 2025 enfrentando una historia de intentos fallidos para resolver este problema.

Esta semana tanto el gobernador Armenta, como el alcalde Pepe Chedraui han mostrado un claro interés y preocupación por resolver el conflicto.

Veamos si Bachetón es el programa que resuelva de fondo el caos que se vive en las calles de la capital, pero también en las de los municipios conurbados y hasta en la red carretera estatal.

¿Surgirá el plan maestro que, de una vez por todas, resuelva este problema?

Veremos y diremos.