“La puerta de la democracia en México se abrió en el proceso de 1976 y un par de décadas atrás, “del siglo pasado”, así de corta y añeja es la senda democrática nacional”, acentuó el investigador José Woldenberg Karakowsky, tras puntualizar que la transformación de un país donde ejercía el control un solo partido fue desvaneciéndose debido a la efervescencia política y la inconformidad social porque en la boleta electoral solo apareció el nombre de ese gran defensor del peso: José López Portillo.

Durante su ponencia magistral “La democracia en México”, el expresidente del Instituto Federal Electoral (IFE), dictada en el Edificio Carolino, priorizó que después de la elección que ganó el único contendiente, las exigencias de la comunidad impulsaron grandes reformas electorales para integrar verdaderamente a las fuerzas electorales en la vida cotidiana de la política.

El proceso de la demolición del régimen autoritario comenzó a regresar la confianza a los ciudadanos para construir un gobierno democrático para comenzar a resolver esos grandes problemas que se venían arrastrando por la herencia del único partido que controlaba todos los aspectos de la vida nacional.

“Lo que hemos descubierto en estos veinte años es que la democracia es un régimen de gobierno, superior al resto de las fórmulas, porque permite la convivencia y la competencia de la diversidad política”.

En contraste, lamentó que la desigualdad siga acompañando a México, la falta de crecimiento económico, mientras los fenómenos de corrupción deterioran la confianza de las instituciones, la violencia desatada ha golpeado a millones de familias y ha dejado una avalancha de muertos, desaparecidos y familias partidas.

El académico explicó que un régimen de gobierno por sí mismo no soluciona nada porque se requieren políticas específicas para cada uno de los problemas que apremian a la nación. 

“Tenemos que desatar una política más decidida para combatir la corrupción, que cuando se encuentren casos sean sancionados y que los bienes mal habidos por parte de las personas corruptas sean recuperados”.

Economía social, prioridad

José Woldenberg advirtió que la administración en turno tiene que pensar en política económica, nuevamente, para crecer a tasas más importantes y generar nuevas fuentes laborales formales, no solo de a tres o cuatro meses porque eso solo alentó al comercio informal.

Acompañado del alcalde Luis Banck Serrato y del secretario General de Gobierno, Diódoro Carrasco Altamirano, el catedrático especificó que la falla estructural de nuestra convivencia sin dudad alguna se llama desigualdad.

“Sin un mínimo de cohesión social es muy difícil que la vida social, olvidemos la vida política, sea medianamente armónica, la vida social en México es muy tensa, los grupos están escindidos, generan tensión, rencor y falta de armonía social”.

México, subrayó, pasó de un sistema de partido único, como lo llamó un expresidente, primero a un sistema plural, que tenía tres ejes: PRI, PAN y PRD; así vivimos de 1988 a 2012; entre tres organizaban lo fundamental de la vida política, pero a partir del 2015 hay mucho mayor fraccionamiento de partidos.

Esto se explica por la escisión que se vivió en la izquierda; por la caída relativa de los votos del PAN y del PRI, la emergencia de pequeños partidos que han demostrado que son fuertes en algunas regiones, y si a eso le sumamos los candidatos independientes, “pues no se necesita ser Einstein para ver que vamos hacia una mayor fragmentación”.

La parte buena de la fragmentación, aseguró, es que expresa los diferentes puntos de vista e ideologías que hay en la sociedad.

“El problema que tiene es la gobernabilidad, es decir, cómo se construyen mayorías para que la gestión gubernamental pueda hacer avanzar sus iniciativas. Los propios partidos son conscientes de esa fragmentación”.

Destacó que la novedad para este 2018 va a ser poselectoral, con la posibilidad que abre la Constitución de forjar gobiernos de coalición.

“Eso va a ser muy interesante porque gane quien gane, no va a tener la mayoría en el Congreso, eso ha pasado desde 1997, entonces, el nuevo presidente va a tener una opción: se queda a cargo de un gobierno de minoría como le sucedió a Zedillo, Fox, Calderón y Peña o intenta una consolidar un gobierno de coalición, eso será la puerta de una democracia más fuerte y sólida”.