Judith García, viuda del profesor universitario Joel Arriaga, asesinado en la década de los 70‚Äôs, hizo un impetuoso llamado a no dejar en el olvido esa forma de impunidad del Estado y los políticos, es decir el asesinato de activistas y luchadores sociales.

Las palabras emotivas de García calaron fuerte en la audiencia que iniciaba la retirada. Un hondo silencio se hizo ante el llamado de García. Su hija, tomada de la cintura a su madre, la apoyaba a que contuviera su pesar ante el micrófono.

Con setenta años a cuestas, García, practicante de yoga y de tai-chi, relató los pesares de visitar a su esposo en Lecumberri donde el profesor universitario estuvo encarcelado por su pensamiento y acciones políticas.

"Los hombres presos sin poder hacer nada. Quiero que cada uno en su memoria lleve el dolor de lo que no se debe permitir."

La viuda del profesor universitario convocó a no olvidar el genocidio de 1968. La sigue con atención Rafael Jacobo García, quien se sostiene en un bastón, y que también fuera preso de Lecumberri por la causa estudiantil del 68.

"Creo en las palabras de Joel Arriagal, que no vengamos a calentar un lugar, que esta lucha debe seguir."

García recordó que durante 3 años y 90 días, sufrió el encarcelamiento de Joel Arriaga quien a la postre sería asesinado.

"Jamás he oído que se haga justicia. El 68 es el día de dolor de las mujeres."

La voz profunda de la viuda de Joel Arriaga impacta al auditorio y le quita ese acartonamiento cliché de reminiscencia sin punch político

Minutos antes, ante un auditorio compacto la escritora Elena Poniatowska no quiere que en Puebla los niños recuerden a Gustavo Díaz Ordaz solamente como un hombre que hizo autopistas.

Recién desempacada de Barcelona, donde recibió el premio de Novela Breve, la escritora pernoctó el fin de semana en Puebla y el domingo apareció ante sus lectores para develar una placa conmemorativa en el Parque 2 de Octubre:

"Los niños tendrían que saber esto (el 68 en Tlatelolco). Una vez que les preguntaron a los niños en una escuela de Alemania quién era Adolfo Hitler, respondieron ‚ÄòEra un señor que hacía autopistas‚Äô."

Entre expresiones de afecto y mantas recordando al poblano Gustavo Díaz Ordaz como un genocida, la novelista pidió que los niños de Puebla no olviden a Díaz Ordaz, un hombre, dijo, que perdió el control de sí mismo como un padre enloquecido.

A Ordaz en Puebla los políticos lo rememoran con devoción. Una avenida lleva su nombre y las autoridades celebran su natalicio con guardias de honor en Ciudad Serdán.

Periodistas en la instancia de la mezclilla y los tenis Nike, adolescentes con las uñas de los pies pintadas de rosa y lentes verdes; postadolescentes con sus hula hula; perredistas difusos o lópezobradoristas de refugio sexenal, de sombrero negro con estrellas rojas y águilas republicanas; profesores de la UAP y exmilitantes del Partido Comunista atienden la voz de la novelista.

‎"No estamos viviendo los mejores momentos del país", dice Poniatowska, y celebra a las mujeres madres de familia de los niños que murieron quemados en Hermosillo; recuerda a las mujeres indígenas zapatistas de Chiapas que han tomado sus vidas en sus manos.

La escritora celebra que el Parque 2 de octubre sea un monumento contra el olvido:

"La otra Puebla, la que se mantiene al margen del poder, se dio cita en el Parque 2 de Octubre de 1968 en el barrio de Xonaca."

La mejor entrevistadora del país ‚Äîasí la calificó el periodista Aurelio Fernández‚Äî arribó del brazo del novelista Julio Glockner donde ya la aguardaban lectores, activistas sociales, madres de familias y jóvenes con su hula bop.

Atrapada a bote pronto por un enjambre de reporteros, responde:

"Bueno, hace 40 años del 68 nunca se pudo hablar en el periódico; en el terremoto de 85 para no hablar de la corrupción de todos los constructores, pero es muy importante que se vuelva a reinstalar Carmen Aristégui."

Poniatowska advirtió: "Que si no permiten la libertad de prensa van a ver que se les va revertir. A todos los medios de comunicación que no le informen lo que la gente quiera saber, como lo de Maciel. No le podemos decir padre.

"Yo creo que Mario Marín lo hizo muy mal. Ya lo dije".

Otro de los temas del acto, en la coyuntura local, es la derogación de los delitos de calumnia y difamación, para cambiarlos por el "daño moral". La iniciativa legislativa del gobernador Rafael Moreno Valle también es repudiada durante el acto:

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La foto del recuerdo
No faltaron los fans de la escritora. Novelas en mano, como la edición de Lecturas Mexicanas de "Hasta no verte Jesús mío" se disputaban a la paciente escritora para la foto.

De traje gris, collar aperlado, blusa roja la novelista atiende a sus lectores, sentada en una banca, en esa suerte del vampirismo esperanzador de sus seguidores, que le piden a la escritora, algo más de lo que sus textos dicen.