Desde los ocho años le entró a la cheleada, a cinco años de distancia, Elvira junto con 149 músicos y coristas dejaron mudo al exigente auditorio zocalero que respondió con una cascada de aplausos. Integrante de Orquesta Esperanza Azteca, ninguno de los veintitantos eventos del Internacional Palafoxiano lo igualará.

Dirigidos por el maestro Julio Saldaña, tanto percusiones, instrumentos de viento, como cuerdas interpretaron y ejecutaron un ritmo musical clásico que hasta el más experimentado de los concertistas hubiera deseado cuando era chamaco.

Niños de cinco años hasta adolescentes de 16, hicieron del Domingo de Ramos un día único. Y si bien al principio el público llegó a dudar de su capacidad, luego de La Culebra, de Silvestre Revueltas; Danzón número 2, de Arturo Márquez y El Rey Nabucco, de Giuseppe Verdi; los concertistas demostraron llevar música en la sangre.

Mientras algunas piezas fueron sobriamente electrizantes, en otras sólo ellos saben cómo lo hicieron, pero llevaban el paso sin levantarse. Atentos a sus notas dieron la impresión de que tocar un instrumento es "cosa de niños", lo sorprendente es que niños de estratos sociales humildes ratificaron ser unos genios.

Orquesta integrada principalmente por menores de edad de 21 municipios del estado, la agrupación es cien por ciento poblana; muchos de ellos no tenían la más remota idea de quién fue Haendel y mucho menos soplar una trompeta o una tuba.

Otros como Elvira, hija de músicos, son la excepción, pero al menos el 70 por ciento se sumaron a Orquesta Esperanza Azteca sin la más mínima noción de música.

Durante su intervención el también violinista Julio Saldaña, quien en Suiza tenía su futuro definido, subrayó que la idea de conjuntar a estos talentos tiene como finalidad de una transformación social humana; proyecto inspirado en el modelo de Orquestas Infantiles de Venezuela, la Esperanza Azteca es un ejemplo para el país.