Ayer la ciudad entera se llenó de madres, y no "agustinas". Día de reencuentros, de reconciliación, de “ponerse la del Puebla”, de duelo en quienes ya la perdieron y de detalles.


Sea en una Estancia Argentina, una Cueva del Oso, un Vips o la fondita de la Tía Nacha, los poblanos se olvidaron del bolsillo roto para quemarse lo que resta de la quincena.


Durante el recorrido efectuado por Intolerancia Diario en diferentes puntos clave, como el Triángulo, La Noria, Angelópolis, Paseo de San Francisco, La Juárez, La Paz, el zócalo y el camposanto, los lugares estuvieron a reventar.


Los comerciantes de globos, chocolates, flores naturales y artificiales, melosos ositos de peluche (aunque no lo crea), y cajas listas para ser empaque de una plancha o una licuadora; todos, absolutamente todos se adelantaron al mes de agosto.


Los centros departamentales de la capital fueron la excepción, quienes pasaron por allí satisfacían la pupila con ver los aparadores; todo lo contrario a las tiendas de electrodomésticos. No como en años anteriores, pero vendieron la batidora, el cel, la vajilla.


Todo dependió del grosor de la cartera. Lo que sí es un hecho fue haber convertido el 10 de mayo en una fiesta nacional, pues los jefes de familia se escaparon de la chamba, del microbús, de la zapatería, o del hospital para pasear con la ñora y los morros aprovechando los inexplicables puentes en las escuelas.


Pero más que presentarle el ambiente ricachón, vea las imágenes. Como si fuera un sábado o domingo, en el segundo día de la semana, el centro fue un mar de gente.


Mientras las florerías se esmeraron en arreglos, los improvisados floristas vendieron hasta en 20 pesos dos flores que con el solazo de ayer no duraron ni media hora.


Sentadas en las bancas del zócalo saboreándose nieves de tequila, al principio dijeron no querer nada. “Un detalle será más que suficiente”, pero con eso de que el marketing se apoderó de la fecha, las acciones pasaron a segundo plano, el regalo fue primero.


La demanda superó a la oferta. “¿Qué?, ¿apoco usted compró algo descompuesto y lo llevó a preparar?”, los vendedores no supieron qué inventar con tal de sacar un ingreso extra para “la papa”, la colegiatura o la renta.


Celebrada en 40 países, todo México, parte de América y Europa, pese a que mayo se mutó en la cuesta de enero más cruel, los hijos y los esposos vieron cómo, pero transformaron en un festín el quinto mes del año en el sexenio morenovallista.


Sea una carta, un MSJ, un globo, una rosa, todo tipo de detalle —mientras no haya sido una botella de cloro o una escobeta— fue bien recibido en una de las fechas más importantes, no sólo para la mujer, sino para quienes en su vientre crecieron.


Mamaseando


En la viña del Señor hay de todo. Ayer no sólo festejaron a las embarazadas, o a quienes ya tienen críos, ayer también fue “día de la mamacita”, y muchas sin la más mínima intención de convertirse a corto plazo en madres fueron blanco de galanes.


Y para muestra, mínimo se llevaron sus conejitos de peluche y megacorazones, obsequiado no sólo por “el capitán del barco”, sino por uno que otro terco en pedalear “biclas ajenas”.


De caminar cadencioso, pizpiretas, dejando a todos como nopal recién cortado, al ritmo del tema “Eres mi todo” del grupo Black Power, las mamitas no se hicieron del rogar; al contrario, fueron invitadas a comer, a bailar, a cenar y ahí déjelo.


El otro festejo


Llegaron al Panteón Municipal como si nada, como si fuera otra visita de rutina más; sin embargo, una vez frente a la tumba se doblaron. Por más que se hicieron los fuertes no aguantaron, a pesar del rabioso sol la lluvia salió de sus ojos.


Fuente de inspiración los ángeles que ahora cuidan a sus hijos y maridos desde el cielo, recibieron gladiolas, nubes y la música que a ella le gustaba. Este día fue de los más solicitados, no para los mariachis, sino para los duetos. “Ni modo, o compro sus flores o le traigo a Chente. Todo está muy caro, no se puede”.


Un promedio de 30 mil personas se dieron cita al camposanto. De todas las edades, menos los chamacos —con eso de que les puede dar aire—, el resto se dedicó a platicar con ellas. De pie, sentados a un lado de su cruz, ayer la revivieron.


Como si fuera su casa, ella escuchó sus palabras y noticias, sean buenas o malas; recibieron de su familia una oración y la súplica de guiarlos y protegerlos en su camino.


Terminado el desahogo, la familia se retiró. Hasta el próximo año volverán a encontrarse, por supuesto, haciendo una obligada escala en noviembre. Después del llanto nuevamente sus tumbas volvieron a quedar hundidas en la soledad.