La efervescencia futbolística pudo más que el Covid-19, el Puebla vs Pumas, siempre ha sido un suculento platillo sin importar la posición ocupada en la tabla general. La Franja está irreconocible, al igual que su fiel afición que con armadura al estilo de los caballeros de la Edad Media con cubrebocas y gel se lanzaron a la conquista del Cuauhtémoc que después de poco más de un año reabrió sus puertas.

Pero el fantasma de la clausura del inmueble mundialista rondó en las inmediaciones porque la directiva de los Camoteros no solicitó los permisos correspondientes al Ayuntamiento.

Las comisiones de Protección Civil y Gestión Integral de Riesgos y Normatividad, por poco clausuran el inmueble, pero todo quedó en un gran susto hasta para los elementos de Protección Civil de la administración estatal, no así para los hinchas de ambos equipos porque no se enteraron. Pero todo quedó en  orden cuando notificaron de la multa por no solicitar permiso al  Ayuntamiento. 

 

 

Algunos aficionados también tuvieron que sortear una aduana, la de la prueba rápida de Covid-19 antes de ingresar al estadio. Al cierre de la edición se conoció que más de 450 pruebas pasaron la prueba. 

En las entradas del estadio las filas de aficionados eran interminables por la impuntualidad característica. 

Al interior del Cuauhtémoc el partido ya había comenzado pero los aficionado por llegar tarde aún estaban en las filas con todo y enfado. 

El  costo del boleto seguramente lo desquitaron porque la felicidad después de más de un año de no tener la oportunidad de ver en vivo al equipo de sus amores valió la pena la impuntualidad por ver solo parte del encuentro.

Así enfundado con la playera de Puebla y Pumas los aficionados primero le entraron a los tacos, tortas y a las cemitas.

Bajo ese horizonte festivo también compraron playeras de sus equipos favoritos. El costo oscilaba entre los 250 y 350 pesos.

Ante ese horizonte, el boleto de rampas costó 500 pesos y el de platea mil pesitos, sin importar lo elevado del costo en la reventa, el sector revendedor fue el único ganador del partido. 

El control 

A la entrada al estadio, el personal de las puertas trabajó horas extras porque la lectura de temperatura, la campechaneaban con el evitar que algunos vivales tratarán de ingresar a la brava, sin hacer fila, pero eso sí alzando la voz para tratar de amedrentar a los chavas y chavos que también se la rifaron por el Covid-19.

Además la directiva de la Franja instaló bocinas con la leyenda de cuidar sana distancia, usar gel antibacterial y mascarilla obligatoria para que los aficionados reafirmaron.

Pero la corona del proceso ocurrió cuando aficionados aleatoreamente eran seleccionados para la prueba rápida para detectar el SARS-CoV2.

Los seleccionados nunca protestaron porque ya sabían que eso podía ocurrir.

Afición felina

Los hinchas de Pumas entonaron sus cánticos de guerra cuando vieron que el equipo llegó en su autobus. 

Así con chelas en mano cantaron y les exigieron echarle huevos porque el viaje de la Ciudad de México a Puebla cansa, pero no mata la ilusión de ver ganar a los felinos.