“Ya ve, no nos quieren dejar trabajar”, es la queja más socorrida entre los comerciantes del centro comercial Jorge Murad Mcluf.

Uno de los vendedores coloca un disco en un reproductor DVD. Recibe 20 pesos de pago.

El vendedor se muestra preocupado porque el operativo policiaco del domingo pasado ha menguado la presencia de clientes en el mercado coloquialmente conocido como La Fayuca.

El olor a gas es sólo un mal agüero. De la indignación por el sorpresivo operativo dominical los vendedores pasan al desencanto. Poco a poco la vida del centro comercial regresa a su cauce. Los clientes, poco a poco, retornan al mercado, al que las autoridades le han colocado el estigma de “isla de impunidad”.

En un recorrido de Intolerancia Diario realizado ayer por la tarde, algunos locales aún lucen estragos del operativo del domingo pasado.

Principalmente los locales donde se expenden películas de moda lucen semivacíos. Son visibles los huecos en las estanterías de los locales donde se venden películas y discos, cuando en otras ocasiones en los locales se exhiben cientos de estas películas.

Ahora, la abundancia de títulos está limitada, aunque no faltan los éxitos del momento como el éxito de Jenifer Aniston y Asthon Kutcher; o cine de suspenso y terror, como la española El Alarido del cineasta español Isidro Ortiz; con un dejo de erotismo, también la producción hispana El Diario de una Ninfómana, y otros éxitos comerciales como Después de la vida y mi otro yo, El discurso del rey o Arthur, el soltero de oro.

En una pantalla plana se observan algunas refriegas en un barrio de la periferia neoyorquina, el humo llena la pantalla.

Lejos del olor penetrante del gas, queda la molestia y el enojo entre los locatarios. El movimiento de los compradores regresa a la normalidad y luego de cuatro días la tranquilidad parece retornar a La Fayuca.

Aunque parece que por el momento ni las plantas de sábila —que en un extremo están atadas con listones rojos, en un ritual para mejorar las ventas— son un buen auxilio, aunque el sentido del humor no lo pierden en el centro comercial, como lo demostraron los vendedores este lunes en una rueda de prensa en el estacionamiento del Murad cuando apareció una figura simiesca con efigies nazis, imitando a las autoridades.

Para este jueves por la noche, los vendedores celebrarán una asamblea en su salón social.

Los pasillos del inmueble lucen con poca actividad. Algunas cubetas se colocan donde gotea, algunos vendedores prefieren mirar en la televisión un partido de futbol entre Brasil y Ecuador, aunque no dejan de trabajar.

—Llévese este DVD. Se lo dejo en tres por cincuenta. ¿Cuánto trae?

Uno de los locatarios relata a Intolerancia Diario.

“Pues era como todos los domingos, cuando llega más gente, nos llegan más clientes y hay más trabajo; y en el local de junto se oía mucho ruido porque estaban pasando una película de acción, así que de pronto se oyó mucho ruido y mucho movimiento, primero creí que era la película, ya ve que ahora son de mucha violencia, y pues no, eran los policías que entraron corriendo por los pasillos, echando gases, una nube de humo, no se podía ni ver bien. Bajamos rápido la cortina y nos quedamos con unas personas que vinieron a comprar. La verdad, sentimos mucho miedo; ya luego cuando empezó a calmarse todo, oímos el ruido de las ambulancias que se llevaron a personas porque les habían dado una crisis por los nervios. No se podía ni respirar bien”

El común denominador de los locatarios es la indignación, enojo que se refleja en la preocupación de los clientes.

En el operativo también hubo —de acuerdo a los propios vendedores— saqueo en algunos locales por parte de los elementos de Seguridad Pública.

Los compradores habituales al mercado Jorge Murad Macluf poco a poco regresan y ven con malos ojos que el lugar donde pueden comprar discos, películas, programas de computadoras, aparatos como reproductores de DVD, estéreos, televisiones y juegos para Xbox, PSP y otros dispositivos; así como ropa y zapatos, esté semivacío.

“Yo soy estudiante de computación, y pues ni modo que compre los productos originales. Si ni siquiera en la escuela las computadoras tienen programas originales, cada vez que prendo la computadora en la escuela, aparece un mensaje diciendo que el producto no es original. Y si la escuela no tiene los programas, pues yo los compro para instalarlos en mi máquina. Y gasto cincuenta o cien pesos, dependiendo si compro un solo programa o un DVD con varios programas para instalarlos en mi equipo.”

Otro de los locatarios no quiere que lo sucedido el domingo en el mercado vuelva a repetirse: “Nosotros somos gente tranquila, gente de paz. Y aquí estamos todos los días desde la mañana abriendo la cortina del local hasta la noche. Nos quedamos aquí a comer. Le damos empleo a la gente. Y aquí en campaña los políticos vienen a visitarnos, a regalarnos playeras y hasta pedirnos el voto. No se vale que ahora la quieran agarrar contra nosotros, que somos gente que no se da por vencida y defiende su fuente de trabajo.”