Varios negocios están a punto de “quebrar” debido a las obras del viaducto en la calzada Ignacio Zaragoza, al bajar sus ventas hasta en 80 por ciento.

Importantes negocios como el restaurante Mi Viejo Pueblito, Auto Zone y Burger King se encuentran en “números rojos”, mientras que pequeños negocios como misceláneas ya han cerrado sus puertas y otros están por hacerlo.

En un recorrido de Intolerancia Diario por la zona, tanto vecinos como trabajadores y locatarios coincidieron en señalar que dicha obra no era necesaria en la zona, pues el único problema eran las personas que conducían a exceso de velocidad.

Javier Rodríguez, gerente del restaurante Mi Viejo Pueblito, informó que desde que iniciaron las obras las ventas se han caído hasta en un 80 por ciento, lo que ha derivado en la reubicación y despido de por lo menos 50 por ciento de sus trabajadores, sobre todo del personal de cocina, por lo que ahora sólo trabajan en el sitio apenas ocho personas.

Además, reconoció que en reciente visita de los dueños no descartaron la posibilidad de cerrar si la situación continúa porque la clientela simplemente no llega.

Señaló que hablaron con autoridades para ver de qué forma pudieran abrir un acceso al restaurante, sobre todo para que vecinos de la colonia de enfrente, la zona residencial 5 de Mayo, puedan llegar.

“La mayoría de nuestros clientes son de esa colonia, pero con las vallas que colocaron hasta a pie se les dificulta venir. La mayoría pasaba a desayunar o a comer en sus automóviles cuando iban a trabajar, pero ahora no pueden.

”Hay un cliente que un día saló de su casa aquí enfrente y se le hizo fácil darse la vuelta en el carro, pero fue tan grande la vuelta que perdió muchos minutos. De viva voz me dijo que prefería venir caminando o de plano ya no venir.

”Los dueños están viendo como última opción cerrar el negocio, pero ya como medida extrema si siguen cayendo las ventas, pero como esto va a durar mucho, y si no se hace algo, es muy probable que cierren, dejando a mucha gente sin trabajo”.

Indicó que tenían señalética o anuncios en las entradas de las obras para orientar a los automovilistas cómo llegar, pero de la noche a la mañana los quitaron, lo que ha afectado más a la economía del inmueble.

Por su parte Carlos Montes, mesero del lugar, detalló que las ventas son muy bajas, lo que está perjudicando la economía de los trabajadores.

“Antes, a esta hora (el mediodía) teníamos las mesas llenas, ahora sólo hay dos que llegaron a desayunar, y luego nos pasamos varias horas críticas sin ningún cliente o comensal”, dijo un poco desesperado.

Indicó que el fuerte de su trabajo son las propinas, por lo que al no haber comensales, sus ganancias bajas demasiado. “Entendemos que se tienen que hacer estas obras, pero la verdad en esta zona no se necesitaban”, dijo.

Además, señaló que ya tuvieron que recortar el horario de trabajo de 8:00 a 19:00 horas, cuando anteriormente —gracias a la fluencia de clientes— trabajaban de 7:00 a 23:00 horas. “A las seis de la tarde esto ya esta muerto, nadie llega”, dijo con tristeza.

Un local más adelante se encuentra el establecimiento Auto Zone, dedicado a la venta de autopartes, el cual también se encuentra en “números rojos”.

En plática con este medio, trabajadores —quienes dijeron no tener permitido dar su nombre— indicaron que las ventas bajaron más de 60 por ciento, lo que ha generado que despidan a por lo menos cuatro personas.

Señalaron que al ser un negocio para automóviles les “pegan” gravemente las obras, ya que ahora nadie se para a comprar accesorios para sus unidades por lo estrecho y molesto de la obra.

“Estamos a la expectativa de ver cuándo cierran el negocio. Hemos tenido ventas muy pero muy bajas y eso nos preocupa, ya que es obvio que si no hay ventas nos van a seguir corriendo.”

—¿Era necesaria la obra?

—No, aquí no había conflicto, no sé para qué las hicieron aquí —dijo el empleado.

Mientras tanto, casi 50 metros adelante se encuentra cerrado y abandonado el local donde antes albergaba al “antro” La Botica, el cual no ha podido volverse a rentar por la misma situación.

Diez metros más adelante se encuentra la casa de materiales Foysa, que no sólo ha sido afectado en sus ventas hasta en un 50 por ciento, sino que por las lluvias su producto se ha dañado.

Ernesto Pérez, encargado de mostrador, informó a Intolerancia Diario que desde que iniciaron las obras sólo han tenido que despedir a un trabajador, pero sigue el miedo a que continúe el recorte de personal porque las ventas siguen “en picada”.

Mencionó que el negocio lleva más de 20 años, y al ser dueños del local no les afecta tanto como si fuera rentado. “Si lo rentáramos yo creo que con las ventas que tenemos ya hubiéramos tenido que cerrar”.

Indicó que por las obras las lluvias que han caído se convierten en un verdadero río. “El otro día nos cayó un aguacero que se nos metió hasta la bodega, nos dañó costales de cemento. Por fortuna ahora no ha llovido, pero créame que eso fue por las obras, ya que en 20 años jamás había pasado”.

Indicó que los trabajos mejor se hubieran hecho donde se necesitaban, como en el mercado Hidalgo donde existe un fuerte congestionamiento vial, “aquí no se necesitaba, el único problema era el exceso de velocidad”.

Donde también están sufriendo la crisis es en la franquicia de Burger King, ubicada en la misma calzada Zaragoza, justamente a un lado donde se están colocando los enormes pilares.

La zona de autoservicio fue cerrada porque es imposible que entren automóviles en la zona.

“Como franquicia los dueños han podido solventar las pérdidas, pero no sabemos cuánto más puedan”, dijo Ricardo Hernández Toribio, gerente del lugar.

Reveló que han tenido que despedir a 60 por ciento del personal —alrededor de 10 jóvenes— porque las ventas se cayeron hasta 70 por ciento, lo que ha afectado tanto a trabajadores como a dueños.

“Nos han salvado las promociones que estamos haciendo para que la gente llegue, sobre todo los domingos, cuando llegan vecinos de la zona y a pie; si no fuera por eso ya hubiéramos cerrado, pero no sabemos cuánto más van a aguantar.”

En la zona se vio a albañiles de la obra comiendo sus tacos en las jardineras del lugar, quienes ni de chiste entrarían a gastar su dinero por lo caro de los productos.

Pero también los vecinos han sido afectados por los horarios de trabajo, como es el caso de María de Lourdes Teomitzi Peralta. La mujer de más de 70 años de edad señaló que los trabajadores concluyen su labor alrededor de las 2:00 de la mañana, por lo que teme que a la larga el ruido dañe su vivienda.

“Hasta ahora sólo se me ha roto un vidrio con tanta vibración, pero esto es diario”, dijo la mujer.

Asimismo, comentó que desde hace 15 días le dejaron de rentar su local que tenía para una miscelánea, ya que las ventas cayeron.

“Ni los albañiles compran, ellos traen sus cosas y no gastan nada, por eso se me fue la gente. Ahora va a estar difícil que rente el local, era un dinerito que me servia de mucho, soy pensionada y apenas me alcanza”, dijo.

Comentó que con más de 30 años de habitar la zona, sabe a ciencia cierta que en el lugar no había conflictos viales, por lo que vio innecesarios los trabajos.

“Aquí el problema es todo lo contrario, el problema es que los automóviles iban a toda velocidad y a cada rato teníamos accidentes, varias veces a mi vecina se le iban los carros a su casa, ese era el problema. Ahora tenemos miedo que se caigan del puente que están haciendo, porque lo van a seguir agarrando de autopista”, dijo.

“Aquí no había conflicto vial, a lo mucho cuando había futbol y eso cada 15 días y un ratito, pero de verdad que no se necesitaba la obra”, dijo molesta.