De día o de noche los delincuentes observan cada uno de los movimientos que hacen los microbuses; hacen suyos con sólo una mirada, los accesorios que con tanto esfuerzo adquieren los pasajeros y las monedas de los chóferes.

Una noche de tantas, al salir de su trabajo en una zapatería del centro de Puebla, Rocío, chica de 22 años abordó su microbús que la llevaría tranquilamente a su casa.

Por su mente nunca pasó la idea de un asalto o de que podría correr peligro a bordo del microbús, debido a que estaba acostumbraba a andar sola y a altas horas de la noche.

Al pasar el puente vehicular de la  colonia Miguel Hidalgo y las vías que se encuentran casi en abandono, hicieron la parada siete jóvenes, todos vestidos de negro, sin hacer el menor gesto pagaron su respectivo pasaje y se acomodan a lo largo del microbús.

A los dos minutos de subir, un sujeto que se encontraba cerca del chofer levantó la mano y dio la orden: de inmediato sacaron cuchillos y pistolas los que usaron para despojar a la gente de todo lo que traía. La mayoría de los pasajeros eran estudiantes.

En menos de tres minutos hicieron el trabajito. Las navajas encontraban el cuello de quienes por alguna razón se negaban a entregar los celulares y las piezas de oro que pedían los asaltantes, la amenaza era la misma “Dame todo o te lleva la chingada”.

Al final el sujeto que dio la orden de iniciar el atraco tranquilamente les dijo “ya está, vámonos”, los sujetos se bajaron para correr inmediatamente.

Muy pocos asaltos a mano armada son denunciados a las autoridades, es difícil que una persona sea valiente y levante la voz ya que algunos de los asaltantes son sus mismos vecinos y si los denuncian, habrá seguramente venganza.

Rocío ni se opuso al robo de su quincena. Lo malo es que es la tercera vez  que le ocurre, al parecer los maleantes esperan que sea fin de mes para que la gente lleve dinero.
 
El temor

Existe un temor justificado por parte de chóferes. “Para mí no es suficiente que haya un policía, ojala que  eso espante a los asaltantes, pero si no es así podemos hablar que se desate una balacera en las unidades, porque los asaltantes son cabrones y no crea que les va a dar miedo un policía que luego es mas puto y ni se mete”, dijo Juan González conductor de una ruta alimentadora del Metrobús de Amalucan.

“Yo si tengo miedo en lo particular. Pero chamba es chamba, hay que chingarle para seguir tragando y ya si nos asaltan mucho, pues dejamos de operar en las noches, solo rezó porque no haya alguna tragedia”, argumentó.

“Para mí el temor no es que haya asaltos, sino broncas, imagínate yo voy a pasar por la Recta donde salen los chavos de los antros bien pedos, luego se ponen pesados, espero que no haya broncas, pero si las hay los aplacaremos”, dijo Arnulfo Gómez chofer de los rojos Cholula.

“Los asaltos son muy frecuentes, no hay una zona especifica, nos asaltan en San Ramón, nos asaltan en la Capu, en la 22, en el Paseo Bravo”, dijo Arturo Cortés, representante de la línea Agua Azul Mayorazgo.

“Pero ahora ya asaltan las unidades, porque hay unidades que se van a rolar, los paran y nos quitan las computadoras, creo que para los asaltantes ya es negocio, ya que las venden en el mercado negro”, dijo.

Explicó que obviamente tras los robos de las computadoras de los motores las unidades quedan paradas afectando directamente al concesionario.

“Llevamos aproximadamente 20 robos por mes de este tipo”, alertó al señalar que el número de atracos se incrementa cuando el chofer es despojado de la cuenta del día, aproximadamente 2 mil pesos.

“Se los llevan a lugares no habitados, ahí los dejan abandonados, ya ha habido por lo menos tres lesionados, chóferes que fueron picados o golpeados con las pistolas”, comentó el transportista.

“Ese tipo de gente ya sabe a qué hora tiene el conductor suficiente dinero, se trata de jóvenes vándalos o chavos banda, quienes hacen lo que quieren. También hay casos donde le pasan bascula al pasajero”, comentó.
 
La amenaza

Por su parte Ignacio Morales Paz, presidente de la Asociación de Transportistas en Alianza por Nuestros Derechos, indicó que hicieron la solicitud de la seguridad al procurador y directores  de la policías municipal, y estatal.

Se considera que solo el 10 por ciento de los asaltos al transportes público es denunciado, según los mismos concesionarios.

Y es que la poca confianza que hay con las autoridades ha evitado que se presenten las denuncias, ya que casi nunca son detenidos los asaltantes.

“El tortuguismo y malos tratos de los agentes del Ministerio Público los espanta”, dijo Morales Paz, quien afirmó informó que diariamente decenas de asaltos, uno en promedio por ruta.
 
Sin protección

El parque vehicular de la ciudad de Puebla, cuenta con 5 mil 977 unidades de ruta fija (van, minibús y autobús) divididas en 160 rutas, existen 12 mil 458 unidades de taxi en la capital, mientras que al interior del estado suman  6 mil 27.

Desde hace años se ha intentado introducir el uso de tecnologías de localización vehicular se podrá rastrear y monitorear a unidades de transporte – ruta fija o tipo taxi - en tiempo real, mediante el uso del sistema GPRS para frenar los asaltos, pero nada ha servido.
Supuestamente estos mecanismos permitirían saber el recorrido exacto de la unidad por fecha y hora.

Además, a través de comandos vía Internet se controla el encendido y apagado del motor de forma automática, así como el cierre de puertas, activación de seguros, claxon e intermitentes.

Bajo estos esquemas, los conductores de unidades del servicio público de transporte, podrían haber recibido ayuda inmediata al activar el botón de pánico que, a su vez, enviará una señal a cinco números celulares (algún familiar, concesionario, central de taxis, 066 o corporación policíaca).

Pero el costo del dispositivo es de 5 mil pesos aproximadamente, con una renta mensual de 299 pesos frenó toda opción en el 2010 para los concesionarios, quienes pidieron subsidio a las autoridades, pero nunca fueron apoyados.