La fiesta de los Sanfermines, una de las más internacionales de España, celebró el jueves su último encierro por las calles del casco viejo de Pamplona, una carrera rápida y limpia, con apenas tres heridos por contusiones, en la que pudieron disfrutar los mozos experimentados y habituales.
En lo que ha sido una tónica general de los Sanfermines de este año, ningún toro quedó rezagado de la manada, lo que facilitó la velocidad de la carrera, y los de la ganadería de Núñez del Cuvillo recorrieron en dos minutos 20 segundos los alrededor de 850 metros que los separan desde los corralillos de la cuesta de Santo Domingo hasta la plaza de toros de la capital navarra.
Tres heridos por traumatismos, uno en el brazo izquierdo, otro en el tórax por un pisotón y una contusión maxilofacial, fue el balance de este último encierro, que pone punto final a una edición bastante tranquila desde el punto de vista médico, y donde el herido más grave fue un espectador que tuvo una mala caída desde el vallado y se ocasionó una lesión medular.
Los seis astados salieron detrás de los mansos, que encabezaron la manada durante el primer tramo, y no fue hasta la calle Estafeta cuando uno de los colorados tomó el mando y aceleró el paso.
Este apretón colocó al grupo en fila india, pero luego remitió la velocidad y el ritmo constante permitió que los mozos más experimentados, que protagonizan los encierros en la segunda mitad de la fiesta, cuando se van muchos corredores que están de paso por Pamplona, pudieran lucirse con unas carreras bien hechas, siempre pendientes de los toros y sin estorbarse.
Esta medianoche se entonará el cántico del "Ay, pobre de mí", que cerrará las celebraciones hasta el año que viene.