Víctor Manuel Vucetich abandonó la cancha del Tec de Monterrey respirando hondo mientras recuperaba la calma, consciente de que el 2-2 ante América terminó por ser un gran resultado contra unas Águilas que se cansaron de generar opciones de peligro pero que carecieron de contundencia frente a las redes y dejaron la moneda en el aire para decidir al primer finalista del Clausura 2013.
El gol de Aldo de Nigris —al 73— decretó el empate final y permitió que el entrenador de Rayados pudiera esbozar una sonrisa. Luego de esa jugada en la que Humberto “Chupete” Suazo cedió la pelota a su socio en el ataque para que mandara el balón a las redes con un zurdazo cruzado, Víctor recuperó la forma de su rostro, sabedor de que con la igualada con un triunfo por un solo gol en el Azteca podría avanzar a la final.
Si bien Monterrey se había adelantado en el marcador con un soberbio gol de tiro libre del “Chupete”, quien provocó que la pelota hiciera una comba de fuera hacia dentro para incrustarse en el ángulo, la realidad fue que el equipo de Miguel Herrera tuvo la posibilidad de llevarse un marcador abultado de regreso a casa.
Antes de que Christian Benítez marcara su doblete para poner de manera momentánea en ventaja a Águilas, Rubens Sambueza, Paúl Aguilar y Miguel Layún habían desperdiciado opciones claras para su equipo, situación que hacía incómoda la noche para Vucetich, quien miraba hacia el cielo tratando de buscar una explicación de la manera en que su rival le estaba complicando el compromiso.
El estratega regiomontano vivió su peor momento luego de que “Chucho” Benítez se quitara al arquero en dos ocasiones para poner en ventaja a América y Raúl Jiménez quedara a nada de anotar el tercero de la visita, cuando el poste salvó a Rayados.
Pero Vucetich logró mantener la calma, y aunque lucía preocupado, atinó a mandar a Nery Cardozo a la cancha, lo que le permitió equilibrar un poco el trámite del partido, con un América siempre incisivo, pero carente de contundencia que se llevó la ventaja de haber marcado dos goles como visitante, pero también la amargura de haber perdonado a su adversario en más de cuatro ocasiones.
Tras el silbatazo final, Vucetich se fue a paso lento, respirando hondo, sabiendo que pese a que América lo superó en el trámite del partido, el sábado le bastaría ganar por un gol para acceder a una final más en su carrera.