El investigador de la Facultad de Ingeniería de la UAP, César Pérez Córdoba, y profesor de Acústica en la Escuela de Artes, tras trece años de estudios logró comprobar la relación de los colores y sonidos, al grado de crear un programa de computadora que los asimila.

El programa es capaz de representar notas, acordes y obras musicales en color, por lo que ahora es posible que la música se pueda apreciar en una gama de tonalidades, donde cada nota sea representada por un color específico.

Afirmó que es la primera vez que se realiza este tipo de investigación, “no existe algo equivalente en ninguna parte del mundo; ciertamente algunos investigadores han fijado colores que corresponden a las notas musicales, por ejemplo: Mi es igual a amarillo-verde, pero amarillo-verde no es una posición exacta, sino una zona dentro de la gama de colores”.

Cabe destacar que en diferentes épocas de la humanidad, científicos y artistas como Newton, Goethe y Kandinsky investigaron y, aunque algunos como Newton lograron establecer lo señalado correspondencia sobre bases científicas, no llegaron a establecer relaciones exactas y mucho menos a demostrar sistemáticamente la validez de la relación color-música.

Por lo tanto, el logró del investigador de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), es uno de los mayores logros científicos de la máxima casa de estudios poblana, ya que logró comprobar que el sonido y el color tienen funcionalidades similares en aspectos como consonancia y disonancia.

Afinador de colores
En su trabajo denominado “Investigación de la relación entre color y música a la luz de la ingeniería”, construyó un afinador de colores que identifica con precisión matemática 12 colores distribuidos sobre la gama visible aplicando la fórmula con la que se construyó la escala musical temperada.

El sonido es un fenómeno vibratorio que se escucha en un rango de 20 hasta 20 mil vibraciones por segundo. Entre una frecuencia y su doble se pueden ubicar 12 sonidos musicales temperados, por ejemplo entre 440 y 880 hertz”. A cada duplicación de la frecuencia se denomina Octava y nuestro oído es capaz de escuchar aproximadamente diez Octavas.

Indicó que aunque la naturaleza de la luz es compleja, se ha demostrado que tiene un comportamiento vibratorio pues de otra manera no se podrían explicar ciertos fenómenos, pero está en el rango de sólo una Octava.

Es decir, empieza en el rojo de frecuencia 4x1014 y termina en el violeta de 8x1014, por lo que son vibraciones de muy alta frecuencia.
“Así tenemos la posibilidad de definir sólo 12 valores en ese intervalo que Pérez Córdova compara con los sonidos musicales: Do, Do#, Re, Re#, hasta la nota Si.”

A partir de una investigación que realizó hace 13 años denominada “Coincidencia de ondas y música”, una de cuyas conclusiones fue determinar numéricamente el grado de coincidencia (consonancia) de cada acorde de tres y cuatro sonidos musicales y clasificarlos por ese índice en una serie que va desde el acorde más consonante —agradable— hasta el más disonante —desagradable—.

Con esto demostró la validez de esta nueva investigación ya que al colocar los “acordes” (mezclas) de colores en ese mismo orden varían paulatinamente desde el tono más pálido que resulta —descansado— a la vista hasta el más brillante.

Pérez Córdoba explicó que una vez demostrada la correspondencia, se dio a la tarea de traducir y analizar música de tres épocas: romántica, impresionista y contemporánea.

En la primera corriente analizó el “Preludio Opus 28, número 20” de Federico Chopin, donde se aprecian colores pálidos y estables; la pieza impresionista “Reflejos en el agua” de Aquiles Debussy es representada por colores más vivos que evocan la pintura de Van Gogh.

La última selección, un fragmento de una pieza para piano de Arnold Schöenberg, el músico revolucionario del siglo XX posee en su representación fuertes contrastes de colores brillantes, similares a los que utilizó Paul Klee.

A partir de su representación en color, “se puede apreciar la evolución de la música por medio en tres épocas: 1849 con Chopin, 1918 con Debussy y 1951 con Schönberg”, lo que abre nuevas posibilidades para investigadores y creadores de música y pintura.

El gran proyecto
El trabajo fija con exactitud cada color aplicando el mismo método con el que se construyó la escala musical temperada que utilizó por primera vez Juan Sebastián Bach y eliminó el error (coma) de la escala pitagórica.

Este desarrollo ya está en proceso de patente por la UAP y el doctor Pérez Córdoba piensa darlo a conocer a nivel local, nacional e internacional.

Los resultados de su investigación pueden ser aplicados en diferentes disciplinas como música, musicología, pintura, psicología, lo que él llama “musicolorterapia” para ayudar en el tratamiento de padecimientos nerviosos y mentales, así como en educación para ayudar a los niños a potenciar su inteligencia. Ésta será la siguiente etapa del proyecto.

Entre los hombres de ciencia que se han interesado por encontrar la relación entre color y música destaca Isaac Newton, quien en su Libro III de Óptica comparó las vibraciones de los rayos de luz con las oscilaciones sonoras y especuló sobre la existencia de armonías y desarmonías similares a las de la música. Definió, sin precisar con exactitud, siete colores que comparó con las notas de la escala diatónica —teclas blancas del piano—.

Goethe, pensador alemán, negó la existencia de una relación entre color y sonido, pero dijo que tal vez ambos fenómenos se refieran a una fórmula superior y escribió que “si alguien llegara a descubrir una relación física entre color y música sería digno de admiración”.

El pintor ruso Kandinsky buscó esta relación fusionando la poesía, música y danza, a través de la realización de un arte total. Por su parte Arnold Shöemberg, el músico revolucionario del siglo XX, admirador de Kandinsky, estaba de acuerdo con la intuición sinestésica del pintor, lo mismo que los músicos Olivier Messiaen y Karlheinz Stockhausen.