Los programas de apoyos escolares no deben desaparecer intempestivamente, en todo caso deben ir reduciendo los recursos para lo necesario e ir buscando formas de apoyo de sostenimiento estatal, municipal o los propios que las escuelas construyan.

Así lo aseguró la dirigente de Educación con Rumbo, Paulina Amozorrutia, “los recursos que se otorgarán al programa de La Escuela Es Nuestra son muchos y de diversas fuentes”.

Explicó que, serán de 150 mil pesos, si la escuela tiene de 2 a 50 alumnos, de 200 mil pesos, si la escuela tiene de 51 a 150 alumnos y de 500 mil pesos si la escuela cuente de 151 y más alumnos.

Dijo que, esto será siempre insuficiente para cubrir las necesidades de las escuelas con más requerimientos, sobre todo si no se hace un esfuerzo sostenido en cada una de las escuelas que inicie con el programa de por lo menos 10 años consecutivos.

“Ante esto siempre salta la pregunta sino llegará otra nueva administración y se le ocurrirá que son otras las necesidades”.

Las escuelas necesitan recursos para mantener, ampliar o cambiar su infraestructura, además, requieren recursos para comprar los materiales educativos necesarios.

Además, requieren recursos para equipamiento y mobiliario escolar y requieren recursos para capacitación de los docentes.

Estas necesidades no podrán ser cubiertas si seguimos pensando que la nueva administración trae la varita mágica para resolverlo, dijo Paulina Amozorrutia.

“Sería una verdadera política educativa aquella que deje instalado un buen diagnóstico del estado y necesidades de las escuelas, un buen sistema para darles seguimiento y de un programa que dosifique recursos que va requiriendo cada escuela".

En sentido contrario las ocurrencias pulverizan el presupuesto, porque le toca poco a cada escuela que nos les alcanza para cubrir todas sus necesidades o desaparecen programas que ocasiona que las instituciones educativas interrumpan sus procesos de aprendizaje y de crecimiento.

La dirigente de Educación con Rumbo dijo que, los padres y madres de familia deben apoyar con sus propios recursos para dotar de los alimentos a los estudiantes y continúen sus actividades hasta cubrir el horario ampliado.

Además, que las escuelas de tiempo completo se vuelvan irremediablemente en escuelas de jornada ampliada y concluyan sus actividades en horarios ampliados.

“Cualquiera de los escenarios que se de en cada entidad avisa de procesos que se cuidan poco, la interrupción de un programa siempre lastimará a quienes son los beneficiados, en este caso los estudiantes".

Y es que, no solo por la alimentación que recibían, que en muchos casos era mejor que la que podían recibir en sus hogares, sino porque la ampliación del tiempo escolar genera una exposición mayor a experiencias sistemáticas de aprendizaje.

Pero será también lastimoso ver cómo las escuelas que ya no puedan continuar con jornadas ampliadas o completas deberán guardar todos los aditamentos para la alimentación.

“Como ha sucedido con computadoras, con materiales deportivos, con libros, y muchos recursos educativos más que requieren mantenimiento, estos empezarán a empolvarse y a quedar arrinconados”.

Lo que pocos saben es que las Escuelas de Tiempo Completo tuvieron que hacer muchos más cambios que los visibles que conocemos y que se visibilizaron en servicios de cocina y comedor.