De no reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, se podría poner en entredicho la viabilidad económica del país.

Para la académica del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente (IIMA) de la Ibero Puebla, María Eugenia Ibarrarán Viniegra, las afectaciones podrían ser hasta cuatro veces mayor que en el caso ordenado, afectando mucho más a los grupos de ingresos más bajos, con un efecto distributivo regresivo.

Dijo que, si se aplican las medidas a partir del 2030, bajo un escenario desordenado, suponiendo que en el resto de este sexenio y durante el siguiente no existan esfuerzos para reducir emisiones, los costos para la economía serían tan altos que el país pondría en riesgo su viabilidad económica.

La investigadora de esa institución jesuita dijo que, estos resultados toman en cuenta los efectos directos en el consumo de los distintos grupos de ingreso.

Sin embargo, dijo, si además contabilizamos que los efectos sobre la salud y los eventos meteorológicos extremos como las sequías, los huracanes y las inundaciones afectan más a la población de menores recursos, los daños son aún mayores.

Lo anterior, refuerza el efecto regresivo de la falta de acciones ante el cambio climático, sin embargo, esto puede revertirse mediante la adopción de políticas de mitigación y adaptación que nos lleven a mejoras sustanciales en nuestra forma de vida.

De acuerdo con lo dicho en distintos foros, dijo la académica de la Ibero Puebla, no podemos seguir con los patrones de crecimiento económico actuales y pretender tener resultados distintos.

De ahí que la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), trabaja en años recientes en un modelo de tres brechas para ver cómo se puede lograr un cambio estructural que permita un desarrollo más sostenible en lo económico, social y ambiental y cumplir con las agendas internacionales como los acuerdos comerciales, la agenda 2030 y los Acuerdos de París.

El modelo, dijo Ibarrarán Viniegra, permite identificar la forma en que pueden cerrarse las tres brechas a través del escenario “gran impulso para la sostenibilidad”, que implica políticas que “permitan aumentar el dinamismo económico de la región sin incurrir en endeudamiento externo”.

Lo anterior, con una estructura capaz de aumentar las exportaciones o de sustituir importaciones por producciones nacionales, aumentar la creación de empleo, y, por otro lado, desacoplar el crecimiento de la generación de emisiones.

Ante eso, la investigadora del IIMA de la Ibero Puebla, dijo que, la región tendría que crecer hasta 1 por ciento por arriba del promedio de los últimos treinta años.

Lo anterior, se puede lograr si se pone énfasis en los sectores adecuados y pueda haber una rápida descarbonización de la economía y generar la electricidad a partir de energías renovables, que se combata la deforestación, se mejoren las prácticas agropecuarias y se fomente la movilidad limpia.

“Si lo pensamos, estas grandes líneas de acción podrían acercarnos a lo que muchos de nosotros, y algunos estudiantes, consideramos una buena vida", concluyó.