El Papa Benedicto XVI presidió esta noche el tradicional Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, que este año estuvo dedicado a las familias, y en su discurso final resaltó las dificultades a las éstas que se enfrentan actualmente.

“En nuestro tiempo la situación de muchas familias se ve agravada por la precariedad del empleo y por otras consecuencias negativas de la crisis económica”, sostuvo el pontífice.

“La experiencia del sufrimiento marca a la humanidad y marca a las familias. Muchas veces el camino se vuelve fatigoso y difícil. Incomprensiones, divisiones, preocupaciones por el futuro de los hijos, enfermedades, malestares de vario tipo”, añadió.

Al inicio del rito, efectuado en la colina del Palatino, frente al Coliseo, Benedicto XVI fue recibido por miles de fieles que llevaban velas.

Durante la primera estación del Vía Crucis, el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, portó la Cruz.

Después tocó el turno a dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa y a familias procedentes de Italia, Irlanda, Burkina Faso y Perú.

Las meditaciones fueron escritas por Danilo y Anna Mraia Zanzucchi, fundadores del movimiento Familias Nuevas.

En la introducción del rito se recordó que también las familias “tienen su Vía Crucis”, como enfermedades, muerte, dificultades económicas, pobreza, traiciones o conductas inmorales, diferencias con los parientes o calamidades naturales.

“Cuántas caídas dentro de nuestras familias, cuántas separaciones, cuántas traiciones y divorcios, abortos, abandonos”, señaló la meditación para la tercera estación.

En la novena estación se resaltó que “a menudo estamos anestesiados en el bienestar sin comprometernos con todas las fuerzs para alzarnos y alzar a la humanidad”.

“Es la ley del amor la que lleva a dar la propia vida por el bien del otro. Lo confirman las madres que han enfrentado incluso la muerte para dar a luz a sus hijos o los padres que han perdido algún hijo en guerra o en actos de terrorismo y que eligen no vengarse”, se indicó en la undécima estación.

El Vía Crucis se desarrolló al interior del Coliseo, donde fueron torturados los primeros cristianos, pasó frente al Arco de Trajano y concluyó en la colina del Palatino.