Horas de miedo y zozobra vivieron miles de pobladores de las faldas del volcán Popocatépetl, luego de que fueron despertados la madrugada de este viernes con un fuerte y largo estruendo que cimbró paredes y ventanas. Esto, acompañado de tremores, una fumarola constante, material incandescente y ceniza que pintó de gris a la ciudad de Puebla.
En un recorrido de Intolerancia Diario por la zona, fue perceptible ese miedo, nerviosismo e incertidumbre por el despertar del volcán tras 12 años de estar “somnoliento”. Sin embargo, autoridades del Centro Nacional de Prevención de Desastres Naturales (Cenapred) no cambiaron la alerta amarilla fase tres, aunque reportó que salió del volcán material incandescente que rodó ladera abajo hasta un kilómetro, con 12 exhalaciones de mediana intensidad.
El miedo fue tal, que en los ojos se veía la preocupación de los vecinos, quienes apenas meses antes presumían su confianza ante constantes fumarolas. Por ese miedo, en punto de las 7:00 horas se celebró una misa en la parroquia de Santiago Xalitzintla, la comunidad más cercana —a sólo 10 kilómetros del cráter del volcán—, siendo notoria la preocupación de la población.
“Hacemos la misa para que no nos dé el susto ‘Don Goyo’ —como es llamado el coloso—, estamos preocupados pero confiamos en Dios”, dijo Juan Luna, vecino del lugar.
En tanto, los más ancianos son los más confiados, a diferencia de los jóvenes y niños, quienes demuestran su temor por los constantes temblores. “Tengo 91 años, esto lo he vivido desde niño, no va a pasar nada, siempre nos espanta pero es para que le hagamos caso”, dijo Nicasio Lira.
Cabe decir que no hubo niños en la ceremonia religiosa, ya que los pequeños estaban en la escuela, pero horas después —ante la intensa actividad volcánica— la Secretaría de Educación Pública (SEP) informó la suspensión de clases.
El sonido del miedo
El sonido que emitió “Don Goyo” fue comparado por los pobladores con el de una caldera ardiendo, una turbina de un avión o hasta una olla exprés a punto de explotar.
El piso vibró, las ventanas estuvieron a punto de quebrarse y las puertas se movían de un lado a otro, cada vez que el volcán rugía —como no lo hacía desde el año 2000—, sobre todo cuando emitía una fumarola. Al escuchar el ruido o rugir de Don Goyo, muchos vecinos salieron de sus viviendas en ropa interior, según relatan ellos mismos, corriendo a la planta baja y a las calles en busca de una respuesta.
Fue a las 6:00 horas cuando la iglesia de San Nicolás de Bari, en Santiago Xalitzintla, sonó sus campanas y la gente comenzó a llegar para rezarle a Dios y pedir que “Don Goyo” se tranquilizara. Los pobladores cuentan con miedo y nerviosismo notable en los ojos que el contorno del cráter estaba rojo —como brasas ardiendo— aunque los viejos afirmaron que nada comparado con el año de 1994, cuando cayeron piedras de más de 7 metros de largo y ancho.
A las 10:00 horas hubo una reunión de evaluación de funcionarios de distintas dependencias estatales y federales con el presidente municipal Gregorio Fuentes. A las 11:00 fueron todos juntos a la junta auxiliar de San Pedro Yancuiltlalpan, a una reunión con autoridades auxiliares, maestros, sacerdotes, comisariados ejidales e inspectores. En esta junta, las autoridades y los especialistas pidieron que pasaran el mensaje a la población de que deben estar alertas para iniciar en cualquier momento una evacuación.
La Policía estatal con un altavoz recorrió las calles constantemente, pidiendo a los pobladores que registraran a su ganado para elaborar un censo, y decirles cómo o dónde trasladarían al ganado para ponerlos a salvo si es que se emitía la orden de evacuar.
El alcalde de San Nicolás de los Ranchos, Victoriano Meléndez de la Rosa, confirmó que la SEP le avisó a las 9:00 horas que suspendieran clases en ese municipio, donde hay alrededor de 3 mil alumnos, desde preescolar hasta bachillerato. Luego del aviso oficial, oleadas de padres de familia llegaron corriendo a las escuelas para recoger a sus hijos y llevárselos hasta nuevo aviso.
Las clases sólo duraron 2 horas, sin embargo se registró un fuerte ausentismo estudiantil. Posteriormente, llegaron momentos de calma y la incertidumbre reinó en los poblados, donde esperan el llamado del altavoz, el sonido de las campanas o el grito del vecino para salir huyendo.
Crece la zozobra en las faldas del Popocatépetl
Mantiene Cenapred la alerta amarilla fase 3
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Jorge Castillo es un periodista poblano con 22 años de experiencia, especializado en temas de transparencia. Ganador del Premio Estatal de Periodismo en dos ocasiones por sus investigaciones que revelaron la compra irregular de helicópteros por el gobierno del ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, y la estafa de saneamiento de agua en el estado.