José Alberto Vázquez
Hoy, 23 de abril del 2013, se cumplen exactamente 20 años de que en una mañana soleada, a eso de las 11 horas, el entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, acompañado del secretario de Salud del Gobierno Federal, la eminencia en Infectología, el Dr. Jesús Kumate Rodríguez, vino a poner en marcha el nuevo Hospital General de Puebla ubicado al sur, muy al sur de la ciudad, tanto que entonces lo veíamos lejísimos. Cuando no existía el llamado Periférico, el acceso era harto dificultoso, y en los primeros días de funcionamiento del nosocomio, el día que llegaron las lluvias, no fueron pocas las veces que los autos de médicos y personal quedaron atascados en el lodo. Hasta ahí, en terrenos de lo que fue la hacienda de "Agua Santa", en un área de seis hectáreas para construcción y más de 24 de reserva, muy cerca de las nacientes y muy populosas unidades habitacionales de San Bartolo, Guadalupe Hidalgo, San Ramón y San Miguel Castillotla, llegamos a la colocación de la "tercera" primera piedra. Un par de años antes de la inauguración, y más antes, habíamos sido testigos presenciales de la "primera" y "segunda" primeras piedras. La más remota en la colonia "México 68", en un proyecto que nunca prosperó, y luego la segunda en los terrenos, hoy estacionamiento de lo que fue el antiguo Hospital Latinoamericano, en el vetusto edificio que la fundación W. O. Jenkins obsequió a los Servicios Coordinados de Salud Pública del estado, con el condicionamiento de que el edificio se destinara a continuar siendo hospital. La qué llamo "tercera” primera piedra se colocó adelante de San Bartolo, en terrenos de "Agua Santa", sí; pero del otro lado de los límites del predio destinado al hospital, despertando este error el descontento de la familia Minuti, propietaria del Rancho, y también disgusto de los vecinos, por lo que hubo que colocar una "cuarta” primera piedra, ahora sí la de "a de veras", en el lugar donde se construyó el edificio que al iniciar funciones tenía incontables deficiencias, incluso en suministro de agua y energía.
Elisa Martínez López fue la primera paciente que recibió atención médica, justo al otro día de haber nacido el hospital ella dio a luz a un robusto bebé; siendo la esposa de un militar, contaba con el derecho a ser atendida en el Hospital Central Militar, pero contagiada por la euforia de los habitantes de los barrios vecinos por la apertura del nuevo hospital, decidió acercarse al recién inaugurado.
Cuauhtémoc Cortés es el singular nombre, nadie puede olvidar esto, y sobre todo quienes estuvieron involucrados en la atención de este paciente recipientário de los beneficios del Trasplante Renal: el suyo fue el primero que se realizó a cargo de los médicos especialistas del naciente hospital. Lucía Moreno, de 11 años de edad, también recibió los beneficios de un nuevo riñón que le fue trasplantado, pero su caso es anécdota de muy grato recordar: el día de su operación, ella llegó al quirófano a las 8 de la mañana, pero vistiendo el uniforme de su escuela y con su mochila al hombro, pues sus padres habían recibido esa mañana, de Trabajo Social, la llamada telefónica que le avisaba que el riñón que tanto esperaban por fin había llegado y que se presentasen cuanto antes para el trasplante. Días después, ya con riñón nuevo y vistiendo su uniforme escolar, Lucia abandonaba su internamiento, teniendo el enorme e inolvidable detalle de despedirse con un beso muy cariñoso de cada uno de los médicos y enfermeras que tuvieron que ver con su operación. El caso de Luis Enrique Sánchez Golpe es de gran impacto, ocurrió en circunstancias que no se olvidan: él, a los 12 años de edad, recibió algo similar a su segundo apellido, un "golpe"; volaba su papalote en el campo cuando, según palabras de su mamá, ¡un chamaco le picó el ojo con un machete! Al cuestionarles cómo es posible que chamacos de esa edad porten y usen armas como un machete, la explicación fue: "Tenia el machete para cortar hierba". El volar de su papalote llevó a Luis al terreno que cuidaba su vecino, y éste al ver súbitamente invadida su propiedad, reaccionó tirando el golpe de machete con el que lesionó y daño severamente la córnea de Luis, que requirió un trasplante.
En años recientes, en 2008, con el apogeo de la cirugía endoscópica, vía monitores de TV, lo que llamamos cirugía de “X Box", cirujanos de muy alto "pedegree" de este hospital realizaron la primera intervención en Puebla utilizando un brazo robótico "Aesop", para una Fundiduplatura Laparóscopica.
A pocos años de abrir sus puertas, se efectuó la primera Jornada de Cirugía de Cataratas con más de 120 pacientes intervenidos, simultáneamente con el primer Día Nacional de lucha contra el Glaucoma con un buen número de pacientes examinados y una detección oportuna de cuarenta casos de esta enfermedad causante de ceguera.
Muchos, miles suman ya los casos de pacientes que han recuperado la salud, que se han curado de sus males, e incluso rehabilitado en este hospital que ha enfrentado carencias, deficiencias y fallas como las que se detectaron en la inmediatez de su inauguración, cuando al disparar la máquina de Rayos "X" se detenía el elevador entre el tercer y cuarto piso, o viceversa, al funcionar el elevador se interrumpía la serie de placas que se estaban tomando. Cuántas veces se tenía que quitar la batería de la ambulancia "4" para encender la "2", que no arrancaba, teniendo un paciente dentro; aunque siempre era más fácil hacer que la ambulancia arrancase; sí, juntos, camilleros y vigilantes, le daban un "empujoncito" desde lo alto de la rampa, y así "de bajada" arrancaba con su carga de dolor humano. Y persisten algunos problemas como la poca operatividad y alta obsolescencia de la mayor parte del equipo médico que tiene una vida media de seis años y lleva ya 20 operando.
Los directores, por orden de aparición en escena, han sido: el primero, Antonio Marín López; seguido de Alejandro, del mismo primer apellido y Ruiz de segundo; Víctor Montes Barbosa, Francisco Javier Téllez Morales, Pedro Ramos Vázquez, Gonzalo Maldonado Ibargüen, Eulalio Morales Palacios, Felipe Lara Chacón, Aarón Zarain Rodríguez, Daniel Aguilar Vázquez y el actual, José Antonio Martínez García. En total 11, lo que da un promedio de "vida", al director, de un año y 8 meses (¡El actual ya lleva más de un año!). Cuando a nivel nacional, en los hospitales federales, el periodo oficial es de cuatro años con opción de reelección por otros cuatro, decisión a cargo del Consejo de Gobierno de cada hospital. En otras palabras, siguiendo esta norma, debieran haber sido sólo dos, estando actualmente en funciones el tercer director, terminando su primer periodo.
En estos días, el hospital está siendo sometido a una “cirugía reconstructiva mayor”, se restablece y revitaliza para continuar ejerciendo su hegemonía hospitalaria en Puebla, siendo el orgulloso heredero del enorme bagaje del Hospital Civil de Puebla (hoy Universitario), antes Hospital General; en el año 1917, Hospital Jesús Carranza, inaugurado por el presidente don “Venus”; y heredero a su vez del histórico Hospital de San Pedro y San Pablo, que en el siglo XVI, a sólo unos años de la fundación de esta ciudad de la Puebla de los Ángeles, recibiera del ayuntamiento los bienes y beneficios que el Cabildo destinara a "la atención y cuidado de los enfermos y viajantes que pasan por esta ciudad con destino a la ciudad de México".