Con una mirada que irradia entusiasmo, casi parecido al de su peluca multicolor, amarillo intenso, blanco y puntas azules pastel, Icalipsis cuenta a la prensa sobre su participación en el duodécimo desfile gay en Puebla.
En esos momentos, sus ojos cafés claros son muy expresivos, los abre tanto como si fueran dos grandes ventanas a su mundo: la transexualidad.
Pero esa expresión y entusiasmo se disipan casi de inmediato, cuando en la entrevista con Intolerancia Diario inician las preguntas personales. Esos grandes ojos o ventanas se cierran y sólo se dejan ver en una rendija de sus parpados, pintados de blanco y morado.
El rostro enmarcado con una barba de candado se endurece, las cejas multicolor se fruncen y la mirada se pierde en una esquina, como si ahí estuvieran los recuerdos, como si viera en ese rincón una película de su vida.
Lo único que no cambia es la voz aguda, con rastros totalmente femeninos, muy al estilo de “La Doña”, palabras que salen de sus labios pintados de un fuerte rojo, con las que cuenta la difícil vida de un transexual, la discriminación, los ataques, las burlas.
Durante la entrevista no deja entrar de lleno a su vida personal, se desvía constantemente a las generalidades de la situación del homosexual transgénero.
Sólo deja ver parte de sus vivencias por una pequeña rendija —la de sus ojos a medio cerrar—, las cuales se adivinan difíciles tras inundarse sus ojos no sólo de recuerdos, sino también de lágrimas.
Porta con orgullo un vestido: es azul a cuadros y con holanes, hombros descubiertos y un escote del que se asoman grandes tatuajes en brazos y pecho, con sus guantes blancos bordados, muy al estilo de los que usaban las mujeres aristócratas de los años 40, adornados por pulseras de plástico.
Todo está combinado con unos zapatos rojos de tacón, de 10 a 12 centímetros, y medias blancas; un pequeño collar de bisutería con una piedra roja, el cual acompaña a una especie de canasta de mimbre con un muñeco de peluche, como denotando inocencia.
Icalipsis reconoce que es un disfraz, pero también una faceta de su vida, la que goza portar cada vez que puede hacerlo, como si al transformarse dejará atrás los problemas de ser maestro de una escuela donde da clases a niños de secundaria y jóvenes de preparatoria.
Como si vestirse así dejara atrás la discriminación y los ataques que recibe el transgénero en Puebla o en todo México.
Abriendo puertas
—¿Eres de aquí?
—Yo soy del estado de Puebla, sí.
—¿Qué tan difícil ha sido ser transexual en Puebla, cómo le haces, cómo te nace?
—Mira, mi transexualidad yo la llevo desde, eh, pues como el proceso de toda persona, en la medida que te vas identificando vas reconociendo y construyendo amor por ti, te va naciendo el impulso, el interés, es decir, éste soy, éste es el que elijo ser.
“Con ese elegir ser no puedes tener miedo ni tener vergüenza, porque no hay peor cosa que pueda vivir un ser humano.
”Entonces, de dónde me nace, cómo me doy cuenta. ¿A ti cuándo te gustaron las mujeres? En ese mismo momento a mí me sucede, porque todos los seres humanos nos desarrollamos de la misma forma, vamos teniendo apetencias e intereses en un plan nuevo muy vivo, muy parcial. A mí me nació seguramente cuando seguramente a ti te nació.
—¿En la escuela o a lo largo de tu vida tuviste problemas por ser así?
—Desafortunadamente, vivimos en una sociedad que se ha construido a base del masculinismo; entonces, problemas y situaciones las enfrentamos no nada más la población transexual, nos enfrentamos todos los que tenemos una idea que difiere de este orden masculinizado.
“Entonces, en la medida que te pones a este sistema de ideas, es cuando resultas extraño, resultar extraño, resultan las etiquetas, la idea es etiquetar a la gente, resulta la división de esa división, resultan exclusión y en la exclusión no hay libertad. La libertad se experimenta dentro del grupo. Si tú me apartas, me excluyes y me anulas”.
-¿Recibiste discriminación con tu familia o desde el principio te abriste?
—Desde mi perspectiva de vida, siempre he hecho lo que he querido, sin embargo, mis ideas se han ido transformando en la medida que me voy conociendo.
“Para poder tener el orgullo de poder decir éste soy, primero, tuve que crear amor propio, afortunadamente tengo una familia que me ama, una familia que te enseña a amarte independientemente de todas tus diferencias, eres alguien al que al universo le es necesario.
”En este sentirme necesario para toda la vida, en este ser útil, es que elijo mis actos en función de mi plenitud, de mi desarrollo, de mi conocimiento, de mi querer estar aquí, de mi quererme, de tener una intención primeramente no partiendo de mí, sino sintiéndome que pertenezco a algo, precisamente luchar por mi identidad es identificarme con cada uno de ustedes.
”Precisamente esta humanidad que tú contemplas la he adquirido de todos y cada uno de los que me he topado en la vida, de toda la armonía y toda la riqueza y de todo lo que a la gente le he querido tomar, es así como experimentamos la humanidad, a través del otro. Lo que estás viendo es un reflejo de todos los que me he topado y a todos los que he querido llevarme algo que decir en mi vida”.
—¿Estás trabajando en algún lugar?
—Claro, trabajo en un colegio —endurece el rostro y las grandes frases se acortan cuando inician preguntas personales y laborales—.
—¿Eres maestro?
—Sí.
—¿Ahí saben? ¿Hay problemas? ¿Lo tienes que ocultar?
—Claro, yo no tengo ningún problema en decirle al mundo realmente quién soy, porque a mí no me da vergüenza. Toda persona es libre de que me etiqueten, la situación es que yo me la crea, yo sé quién soy, yo sé qué comparto, qué quiero proyectar y qué quiero con cada persona que me tocó en la vida que conozca de mí.
“Yo soy el responsable de la identidad que de mí se lleva la persona, lo mejor que puedo hacer, si lo elijo bien, es que se sienta acompañado, que sienta al que encuentra conmigo que puede encontrar una persona valiosa, de eso se trata.
—¿Que impartes?
—Yo doy las materias de formación cívica y ética e historia, en niveles de secundaria y preparatoria.
—¿Escuela pública?
—No, trabajo en un colegio particular. Mira, el trabajo debe representar primeramente amor. Si lo elijes debes amar, y con ese amor debes pararte a realizarlo, si no, no tendría caso hacerlo.
“Por eso es prioritario que se nos reconozca nuestra identidad, para que podamos tener la garantía de estar en el lugar que dejamos estar, porque de eso depende tu plenitud de gozo, tu autorrealización, y todos tenemos ese derecho de amar lo que hacemos”.
—¿Siempre vistes así?
—Cada vez que lo hago, que se me solicita hacer mi personaje, para mí es maravilloso. Amo lo que hago, amo hacerlo, no toda la vida representa el trabajo y desafortunadamente este sistema está integrado como si fueran carpetas en una computadora, en donde está tu intimidad, tu cosa muy particular, pero también está tu trabajo y también todo tipo de esquemas sociales en donde para integrarte tienes que volverte.
“Entonces, yo hoy por hoy disfruto de todo esto, porque es el tiempo, el momento, la hora y la posibilidad de sacarlo. A la gente le gusta, a mí me gusta, eso es prioritario, que a mí me guste, que yo me sienta contento y feliz de hacerlo, satisfecho por hacerlo. De eso se trata, yo lo haría diario, no de tiempo completo, porque también hay que conocer más cosas, hay que participar, involucrarse más, cosas en donde te tienes que transformar en esas cosas que quieres participar.
”No todo el tiempo te casas y te llevas el vestido de novia después de casarte, claro, aunque nos gustaría —ríe a carcajadas—. O, por ejemplo, no todo el tiempo anda en traje de baño para la playa, aunque también nos gustaría.
”Realmente utilizamos el disfraz, porque incluso lo que tú traes es un disfraz, porque a muchos nos da temor reconocer que tenemos un cuerpo perfecto y hermoso, y que nosotros somos los arquitectos de darle ese mantenimiento y de hacerle todas las exaltaciones que el cuerpo requiera, toda esta manifestación que te pueda hacer a ti sentir bien y pleno.
—Discriminación, ¿la has sufrido personalmente, te han hecho llorar?
—Claro, la cuestión es que te lo creas, te cuestiones, que te lo creas, pero la discriminación existe y de la respuesta que eliges en el momento en que alguien te señala esa respuesta puede ser desde una sonrisa hasta un crimen de odio, eso es lo que te puedes ganar.
”Desafortunadamente, uno no es el proveedor de la discriminación, pero sí de la aceptación, uno es quien provee a todos y cada uno de los ciudadanos que cometen un acto violento frente a otra persona.
”Un acto violento inicia desde la palabra, un acto violento inicia desde la risa, desde la burla, señalas, condenas, lo haces diferente, lo pones en un lugar, cuando piensas que se trata de ti, cuando lo personalizas, si cuando mi estar en el mundo se trata de ti, puede que no te guste y me mates”.
—¿Te han quitado algún derecho o corrido de algún trabajo por ser así?
—Me han sacado de muchos lugares, me han gritado, me han tocado, me han golpeado y, bueno, la cantidad de improperios. Qué hacemos frente a nuestra incapacidad de admitir algo que nos resulta distinto, no retenemos conocimiento de lo distinto. Sin embargo, de entrada, si nos genera miedo lo que hacemos, es rechazarlo”, dijo con los ojos llorosos, con la mirada perdida, como recordando al tiempo de mecer una silla de al lado con una de sus manos, con notable nerviosismo.
—¿Tienes rencor?
—No, definitivamente no puedo sentir rencor frente a cuestiones que la gente ignora, construcciones que ha hecho de la vida y que son ignorantes del amor que podemos crear y generar, del bienestar, de la paz a la que todos le tenemos ganas.
“Yo oigo constantemente que se habla de la paz el mundo, el amor entre todos, le llaman utopía, yo pienso que no hay imposible para los actos que realmente son humanos, esas que nos hacen acercarnos.
”Esos actos que hacen que en ti solamente puedo encontrar que existen valor, existe riqueza. Este quehacer de la vida que se qué hacer de la vida, el que realmente nos pone en convivencia uno con el otro, implica que yo me aparte de mi ego.
”Para apartarme de mi ego, está el no tener la intención de generar rencor y violencia, es lo que quiero traer, qué es lo que quiero generar, pues en eso me tengo que transformar”, dijo finalmente.
Al término de la entrevista, ya sin grabadora, se le preguntó su edad y respondió que tiene 37 años. Sin embargo, la voz cambia, la voz del estilo de “La Doña” se fue, ya no es la misma, ahora llegó la del maestro de escuela, la transformación ha iniciado, comienza nuevamente la metamorfosis.
Porta Icalipsis con orgullo la bandera de la homosexualidad
El profesor no se avergüenza de vivir intensamente su lado femenino
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Jorge Castillo es un periodista poblano con 22 años de experiencia, especializado en temas de transparencia. Ganador del Premio Estatal de Periodismo en dos ocasiones por sus investigaciones que revelaron la compra irregular de helicópteros por el gobierno del ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, y la estafa de saneamiento de agua en el estado.
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