El acceso a la zona de Los Fuertes es infranqueable.
Un desfile de lujo. Diecinueve carros alegóricos diseñados ex profeso, un desfile lustroso.
Bandas monumentales al estilo de las marching band. Las de los centros escolares resaltan porque portan un emblema del Desfile de las Rosas. Trece aeronaves de la fuerza aérea que surcaron los aires haciendo distintas maniobras aeronáuticas y más de 12 mil elementos (civiles y militares) partieron de Los Fuertes.
Los cánticos bélicos de los cadetes de los colegios militares.
Lo pueblerino del desfile de hace algunos años ha quedado resguardado en el pasado sexenio. Ahora todo parece coordinado. Es más, tecnificado.
Aunque frente al templete el carro alegórico de la Constitución de 1917 se haya detenido de improviso y la única manera de hacerlo moverse fue empujándolo el resto de la ruta.
Alegoría viva de la Constitución vilipendiada.
Los carros alegóricos con movimiento. El vestuario cuidado de los revolucionarios, de las mujeres de la etapa barroca, los independentistas y hasta los pintores muralistas se ajustan a un script.
Vedado para los habitantes de la ciudad, a la zona sólo se puede llegar con invitaciones especiales y gafetes.
Hay varios controles de seguridad, vallas y una vigilancia sistemática. Además de que el desfile se ha tecnificado, también segrega.
En el cerro, la clase política. El pueblo en el bulevar 5 de Mayo.
A unos quinientos metros del templete, bastante alejados de las figuras presidenciales y gubernamentales se encuentran los poblanos.
Lo que hasta hace algunos años se había convertido en un desfile de presencia popular se ha “modernizado”.
Todavía hace algunos años se veía una participación masiva, un rosario interminable de escuelas; carros alegóricos hechizos, donde la imaginación subsanaba la heterogeneidad estética; popurrís gozosos de bandas donde el déficit de disciplina se reemplazaba con hartas ganas.
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En el desfile se reinventa la historiografía nacional. Todo desfile es un acto educativo.
Las masas (si es que aún pueden tomarse el día de asueto) se educan a través de la simbología patriótica y nacionalista del desfile.
La herencia del siglo XIX es visible. A pesar de que la gente desde las gradas saca sus teléfonos móviles para tomarles fotos a los soldados, los uniformes de gala de los cadetes de los heroicos colegios militares se inspiran en la añeja iconografía prusiana.
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Diputados, empresarios, senadores y demás invitados parten del llamado Centro Integrador de Servicios.
Ahí dejan sus vehículos y toman unas camionetas van que los trasladan a la blindada zona del desfile ingresando por una pequeña calle lateral de la avenida Defensores de la República.
El convoy de Vans que transporta a los funcionarios, una vez que toma la avenida Defensores de la República y reinventa las regulaciones de tránsito.
El convoy lo mismo se pasa los altos que avanza por el carril confinado del metrobús.
Desde las gradas, ubicadas frente al mausoleo a Ignacio Zaragoza, después de pasar un control de metales y una revisión, los funcionarios locales acceden a las gradas de acuerdo al color de su gafete.
Los invitados pueden tomar refresco y agua. Además cuentan con baños atrás de las gradas.
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Conforme desciende la columna del desfile la gente que desde temprano ha esperado el paso de la columna militar se emociona.
Los poblanos se emocionan ante la gallardía de una bandera monumental.
A continuación, un agrupamiento simbólico de zacapoaxtlas, xochiapulcas y tetelenses, comunidades de indígenas que lucharon en el frente de la Batalla del 5 de Mayo de 1862 defendiendo los fuertes de Loreto y Guadalupe.
Otro agrupamiento histórico representa al Ejército de Oriente. Donde participa desde el general Ignacio Zaragoza, elementos del Batallón Fijo de Morelia, los elementos del segundo Batallón de la Guardia Nacional de Puebla; los elementos del Escuadrón de Lanceros de Puebla y elementos de la batería de batalla.
En contraparte, también se encuentran soldados del ejército francés de Napoleón III.
Una representación del general Lorencez, elementos del 99 regimiento en línea, elementos del primer batallón de zuavos, elementos del batallón de cazadores de Vincennes.
Poblanos recuerdan a Lincoln
Los poblanos conmemoraron el 152 aniversario de la Batalla de Puebla y también la victoria de Lincoln en Gettysburg.
La Puebla de Zaragoza conmemoró la victoria del Ejército de Oriente sobre el ejército francés.
Y también se conmemoró la victoria de Lincoln en la batalla de Gettysburg.
Un batallón de escolapios ondeando con la bandera confederada marchó frente al presídium.
Desde el sonido se escuchó al pasar el carro alegórico de la batalla en la guerra sececionista de los Estados Unidos: “México y Estados Unidos libraron sendas contiendas, casi al mismo tiempo, y ambas naciones triunfaron defendiendo su soberanía y libertad”.
Las estampas del ejército confederado del general Lee, que se enfrentaron en Pensilvania entre el 1 de julio al 3 de julio de 1863.
Un año después de la primera batalla en la que en Puebla se enfrentaron las tropas francesas de Napoleón III, en Pensilvania confederados y soldados de la Unión combatieron en una batalla sangrienta.
La figura del general Abraham Lincoln y figuras de soldados de la Unión muertos componían la estampa del carro alegórico.
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Los oradores son cuidadosos. No hablan de la matanza que los conquistadores españoles realizaron en Cholula para seguir avanzando hacia México Tenochtitlán.
El carro alegórico denominado: “Cholula, la Roma de Mesoamérica”, recuerda a una Cholula casi lívida o celestial:
“Fueron estos hombres valerosos quienes, sin importar el poderío bélico de los conquistadores europeos, lucharon con todos sus medios por defender a sus pueblos, conservar su soberanía y salvaguardar su patrimonio cultural. De ahí que los honremos en esta ocasión”.
Le rinden homenaje al muralismo
En el desfile también se recordó a los muralistas mexicanos. Parte de la iconografía que exaltó el discurso posrevolucionario. El arte como tejido de las ideas socialistas y reivindicatorias que no se aterrizaron en los gobiernos revolucionarios. Pero que éstos si supieron incorporar como parte de su ideología.
“La Revolución mexicana como movimiento social de gran envergadura, dio origen a un renacimiento de las artes, buscándose las auténticas raíces de nuestra identidad”.
En el carro se recordó la pintura de José Clemente Orozco, de David Alfaro Siqueiros, de Diego Rivera, del “Dr. Atl”, de Roberto Montenegro y de Miguel “El Chamaco” Covarrubias.
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A través del desfile de carros alegóricos se relató la historia nacional.
Desde la fundación de México Tenochtitlán hasta la Revolución mexicana.
A las representaciones de la historiografía nacionalista se sumó la propia interpretación local: un carro representando el período barroco; otro vehículo relativo a la industria automotriz y otro carro alegórico conmemorando el triunfo de los confederados en la guerra civil de los Estados Unidos en 1863.