Al menos dos mil católicos participaron en la procesión del Jueves de Corpus Christi, donde el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa hizo un llamado para fortalecer la fe y promover los valores.

Luego de 152 años, se revivió la procesión del Jueves de Corpus por las calles de Puebla, uno de los rescates de las procesiones tradicionales de la iglesia, que se suma al Viacrucis del Viernes de Dolores y, desde 1992, la Procesión del Viernes Santo, destacó Víctor Sánchez.

Asimismo, el arzobispo destacó la participación de los poblanos, recordando que en la procesión del Viernes Santo se contó con la presencia de 10 mil personas y ahora suman 150 mil, por lo que espera que estos eventos refuercen la fe de los católicos.

El arzobispo la explicó que Iglesia celebra la Solemnidad de Corpus Christi, en la que se proclama la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y le rinde públicamente el culto de adoración. La fiesta se celebra en jueves a 60 días del Domingo de Resurrección.

La celebración inició a las 8:00 horas de la mañana en el Parque del Carmen con la Adoración del Santísimo para después partir en solemne procesión, presidida por el arzobispo y los contingentes de la Adoración Nocturna, de los danzantes de la sierra de Puebla, Religiosas, Sacerdotes, Seminaristas, Colegios católicos y la banda de músicos. 

El contingente caminó sobre la 17 oriente hacia la 2 sur siguiendo hasta la Catedral, deteniéndose en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Soledad, después en el Templo de Ssn Juan de Letrán (El Hospitalito), en la Reja de Catedral para después entrar por la reja central e iniciar la celebración eucarística.

 

Los orígenes

El comité organizador señaló que en la ciudad de Puebla, durante la época virreinal, la procesión del Jueves de Corpus salía de la Catedral y recorría las calles del centro de la ciudad. En el recorrido, se adornaban los balcones, ventanas y fachadas, predominando el color rojo de la sangre de Cristo, y también se ponían alfombras de aserrín en las calles. La procesión iba encabezada por el Obispo, el Cabildo Catedralicio, el Cabildo Civil, las órdenes religiosas y las diferentes hermandades y cofradías portando sus vistosos estandartes.

Todavía en 1865, en una visita del Jueves de Corpus a nuestra ciudad, el emperador Maximiliano y la emperatriz Carlota, encabezaron la procesión acompañados por el regimiento de caballería y demás tropas con sus uniformes de gala y desde luego, todas las autoridades civiles y eclesiásticas. 

En los últimos años, la procesión de Corpus Christi se había realizado en el interior del atrio de la Catedral, después de la Solemne Misa. 

La nueva procesión se llevó a cabo con el respaldo del  Ayuntamiento de Puebla, de la Gerencia del Centro Histórico, del Instituto Municipal de Arte y Cultura, de la Comisión de Turismo y Cultura de la Sala de Regidores, de  la Universidad Anáhuac,  UPAEP y el Museo del Automóvil, entre otros.

Contra la violencia

En breve entrevista, el arzobispo Víctor Sánchez reiteró su respaldo a la campaña de valores emprendida por el gobernador Antonio Gali y recordó que hay quince catequesis del Papa sobre valores, las cuales se basan en la generosidad y la familia, para evitar el caos que se vive en los tiempos modernos.

Asimismo, habló nuevamente sobre los linchamientos e hizo un llamado a tranquilizarse, pero advirtió que los juicios orales dejan libres a los delincuentes, por lo que se debe considerar que los criminales pueden llegar más derechos que las víctimas.

La tradición de Las Mulas

La tradición de las mulitas que se realizan este día, data del año 1526. Después de rendir culto al Santísimo Sacramento en la Catedral de México, los campesinos traían en sus mulas algunos frutos de sus cosechas para ofrecérselas a Dios como señal de agradecimiento.

Cuentan que un hombre, llamado Ignacio, tenía dudas acerca de su vocación sacerdotal y un jueves de Corpus le pidió a Jesucristo que le enviara una señal. Al Pasar el Santísimo Sacramento frente a Ignacio en la procesión, Ignacio pensó: "Si ahí estuviera presente Dios, hasta las mulas se arrodillarían" y, en ese mismo instante, la mula del hombre se arrodilló.

Ignacio interpretó esto como señal entregando su vida a Dios en el sacerdocio y se dedicó para siempre a transmitir a los demás las riquezas de la Eucaristía. Así fue como surgieron las mulitas, elaboradas con hojas de plátano secas con pequeños guacales de dulces de coco o de frutas, de diversos tamaños. Ponerse una mulita en la solapa o comprar una mulita para adornar la casa, significa que, al igual que la mula de Ignacio, nos arrodillamos ante la Eucaristía, reconociendo en ella la presencia de Dios.