Al celebrar la institución de la Eucaristía en la basílica Catedral, el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa ofreció la ceremonia a quienes están sufriendo por la pandemia COVID-19 y llamó a los católicos a resguardarse en sus hogares y desde ahí vivir los tres principales días de la Semana Santa.
En la ceremonia donde solo estuvieron presentes los integrantes del coro, salmistas, algunos sacerdotes, y reporteros gráficos que entraron por goteo, Sánchez Espinosa al oficiar la misa insistió en que la indicación que se ha dado es que se mantengan cerrados los templos para que la gente no acuda a visitarlos.
El arzobispo pidió también a la Señora de la Defensa para enfrentar la difícil prueba que se presenta en éstos momentos.
En su homilía reconoció que hay un problema mundial y él ha pedido a los fieles que no salgan de sus casas, pero que se mantengan en oración entre Viernes, y Sábado Santo, así como el Domingo de Resurrección.
Recordó que en la celebración del Jueves Santo tuvieron que suspenderse algunas tradiciones litúrgicas como la conversión y arrepentimiento de los pecados para ser absueltos, que se realiza en la mañana.
Durante la ceremonia resaltó el eco durante los cánticos del Gloria, una vez que el principal santuario de los poblanos tuvo vacías las bancas donde cada Jueves Santo se reúnen al menos dos mil personas en cada una de las tres ceremonias.
Recordó que la Misa Crismal que corresponde al Jueves Santo, pero que en Puebla se realiza el Martes Santo, se ha suspendido y la celebración dependerá de levantar la contingencia y es posible que sea a mediados del mes de junio.
La importancia de la Eucaristía
Explicó que fue la instauración del ministerio sacerdotal cuando Jesús dio a sus discípulos la misión de predicar su palabra.
Asimismo explicó algunos pasajes bíblicos donde luego de celebrar la Eucaristía se expone el Santísimo (Ostia Consagrada) y se realizan vigilias de oración en signo de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos, la noche antes de ser entregado a los sacerdotes.
Dijo que la Biblia cuenta que terminada la cena de Pascua, el Mesías y sus apóstoles se dirigieron al Monte de los Olivos a orar. Él se distanció un poco, rezaba y sudaba cada vez más fuerte, comenzó a sentirse angustiado porque sabía lo que venía, y un ángel del cielo lo reconfortó.
Añadió “Cuando fue a buscar a sus amigos se dio cuenta de que estos se habían quedado dormidos, Él les dijo, "ha llegado la hora en que el Hijo de Dios debe ser entregado. Levántense, ya se acerca el que me va entregar".
Terminada la Misa se realizó la procesión con el Santísimo Sacramento hasta el lugar de la reserva para adorarlo en recuerdo de la agonía del Señor en el Huerto de Getsemaní. Quienes en gracia de Dios rezan el “Tantum ergo” en la procesión o permanecen media hora adorando a Santísimo Sacramento.
No hubo lavatorio
A diferencia de años anteriores la ceremonia del Lavatorio no se llevó a cabo, Víctor Sánchez Espinosa recordó que la celebración es un mensaje a los católicos que aprendan a pedir perdón y vean el signo de humildad de Jesús que lavó los pies a sus apóstoles, e indicó que el aplicar las enseñanzas llevarán a una mejor sociedad en los tiempos difíciles donde la iglesia mantiene su tarea misionera.
Recordó que se lavaban los pies a doce ancianos del asilo de Santa Inés como una muestra de humildad, pero en esta ocasión sólo se les envió un saludo
Explicó en su mensaje que son muchos los gestos que se evocan en el Jueves Santo. Uno de ellos es el signo de humildad y sencillez que realizó Jesús al lavarle los pies a todos sus discípulos, diciéndoles que ellos se los deben lavar unos a otros, "en verdad les digo que el siervo no es más que su señor, ni el enviado más que quien lo envió" (San Juan 13, 16), y el sacerdote en la liturgia lava los pies a doce feligreses.
Agregó: “era el mensaje con el que el redentor anunciaba que por amor estaba dispuesto a aceptar la humillación de la Cruz para ofrecernos el servicio de purificarnos del pecado con su propia sangre.”