El sacerdote Gustavo Rodríguez Zárate, de 75 años, coordinador de la Pastoral del Migrante en los últimos 20 años en Puebla, falleció a causa del cáncer; en algunos meses cumpliría 50 años de sacerdocio. En la década de los setenta fue perseguido y condenado por la Iglesia Católica a causa de simpatizar con las ideas marxistas.
El Padre “Gus” fue titular del Templo de Nuestra Señora de los Desamparados, mejor conocido como “La Asunción”, donde recibía a los migrantes, y la Antorcha Guadalupana que es un símbolo de fe entre ellos.
En entrevista con Intolerancia Diario, antes de la pandemia, el sacerdote declaró que tuvo que pasar medio siglo para que los principios de “primero los pobres” que manejó el Concilio Vaticano Segundo y la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en sus reuniones de Medellín y Puebla, se aplicarán.
A sus 75 años, el padre Gustavo oficiaba en el Templo de la Asunción donde diariamente llegan migrantes centroamericanos en busca de ayuda humanitaria en su paso hacia los Estados Unidos, y aceptó que fue considerado un “cura rojo” en los años setenta por reflexionar a favor de los pobres.
#EspecialesID ⛪️ La iglesia católica lleva el rumbo hacia la izquierda, con los pobres, asegura el padre Gustavo Rodríguez ✝️🙏
— Intolerancia Diario (@IntoleranciaID) December 8, 2019
📹 vía: @pacosanchez63 pic.twitter.com/CVfeNwoYn2
Al recordar lo que vivió primero como seminarista y después como sacerdote, señaló: “En muchos lados había una resistencia y sigue habiendo, y eso ocurrió en Puebla, quienes nos estábamos formando en aquella época la primera resistencia la tuvimos con los formadores del seminario, nos llamaban la atención, nos prohibían las novelas, los cantos de protesta de Óscar Chávez, Los Palacaguina, que era para nosotros el material de reflexión que nos involucraba, en las guerrillas de Nicaragua, El Salvador, de Cuba, de Bolivia y de Brasil”.
“Esa resistencia a nosotros nos ayudó mucho, a ser crítico conmigo, y con el entorno lo que estás viviendo y proponiendo eres coherente, y luego quienes nos condenaban y discriminaban, también éramos críticos con ellos”.
Cura rojo y marxista
A la pregunta si era un cura comunista, reveló: "A mí me comenzaron a llamar rojo, marxista, así aparecíamos en El Sol de Puebla en el año 79, y en la Tercera Celam, nos identificaban con los padres del Parral, el padre Machi, al de San Jerónimo, y a mí, éramos los revoltosos, los guerrilleros”.
“Yo tenía claro que teníamos contacto con gente de las guerrillas, con el Carolino Rojo, con una tendencia masónica de izquierda que estaba en Puebla, pero eso no nos quitaba tener nuestro propio criterio, que es desde los pobres y el Evangelio. Tuve que estudiar Teología de la Liberación y marxismo porque no tenía muchos conceptos, y en algunas cosas coincidíamos. La metodología marxista del análisis de las realidades estructurales, ayudó muchísimo”.
Asimismo, en la entrevista reconoció que estudió a otro marxista que era Antonio Gramci, pero él desde la cultura, así que hay que valorar la cultura indígena, mestiza, la juvenil, las revoluciones juveniles, e indicó que eso los hizo abrirse a las realidades concretas de Puebla para la identidad.
El trabajo en la sierra
Gustavo Rodríguez, recordó como el pequeño grupo que se tenía en el seminario, comenzó a recorrer la Sierra Norte de Puebla, y en las vacaciones caminaban en las comunidades indígenas y con los curas que estaban en la zona: “Eso ayudó a que lleváramos a universitarios a campamentos a la sierra, hicimos el puente Universidad Autónoma de Puebla con las comunidades indígenas, y quienes iban les impactaba la realidad”.
“Nos toca el conflicto de Cristianismo sí, comunismo no. Nos toca el conflicto de la nueva universidad UPAEP, y la guerra contra el Carolino. Eran momentos muy difíciles y llega la reunión de Puebla, con la misma dicotomía de obispos al lado de los pobres, y los obispos al lado de los ricos y magnates".
Contento por el rumbo de la Iglesia
En la entrevista el padre “Gus”, reveló: “Ahora sí se alinearon las estrellas, Papa, Obispo y Yo. Eso da paz y tranquilidad de que no estábamos equivocados”
“Así las cosas, aunque en la década de los setenta eran al menos 25 sacerdotes de izquierda, contra 300 que no lo eran, pero llegó la represión y quedamos no más de cinco, fui excluido del seminario, no podía entrar a él, no podía dar conferencias, porque me etiquetaban como marxista, comunista, rojo, y me dedique desde las asociaciones civiles a trabajar, y dejé de preocuparme”.
“Mi definición a los 22, como seminarista, me daba cuenta de esa corrupción, el clero y monjas tradicionalistas y me pregunté ¿te estás metiendo a una iglesia así?, por eso vi que si cambiaba como quienes pensaban diferente, además de que son los hombres y no la iglesia quienes cometieron los errores”, concluyó el sacerdote.