Luego de cerca de 26 meses de pandemia, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Puebla, hizo un reconocimiento al esfuerzo del personal de Enfermería, por la emergencia sanitaria de la Covid-19.
Entre los reconocimientos destaca el de Francisco Javier Romero Reyes, enfermero que ingresó al Instituto como voluntario ante la emergencia sanitaria.
Llegó a trabajar a uno de los epicentros en Puebla del coronavirus SARS-CoV-2 que produce la enfermedad covid-19, el Hospital General de Zona (HGZ) No. 20 “La Margarita”.
El enfermero relató que el SARS-CoV-2 causó pérdidas irreparables, además de atacar emocionalmente al personal de salud.
“Llevo siete años de laborar en el Instituto. Me ofrecí como voluntario para trabajar en la atención a pacientes en las áreas COVID-19 y lo decidí por el amor a mi profesión”, mencionó.
Francisco Javier detalló que, tras dos años de enfrentar la pandemia, de la cual no se conocía mucho, se siente orgulloso de su profesión y satisfecho porque dio todo; se entregó en cuerpo y alma para cuidar a la población.
La lucha contra el coronavirus fue una labor de todas las áreas, dijo “permitió demostrarnos que trabajando en equipo y aplicando nuestro conocimiento podíamos salir adelante”.
La COVID-19 marcó la vida a todos; “cuando ingresé al área COVID-19 entré con nervios, miedo por experimentar algo nuevo, pero siempre al pendiente de los pacientes día y noche; queríamos expresar a la población que estábamos preocupados”, narró el trabajador de la salud.
“El tejido social se desgarró por la pérdida de seres queridos, integrantes de diferentes familias; por ello, se debe tomar conciencia y no olvidar lo que estamos pasando”, señaló.
El especialista exhortó a la población a seguir llevando a cabo las medidas de prevención, incluso dentro de los hogares, pues el coronavirus llegó para quedarse.
Asimismo, expresó que las personas enfrentaron temor a la enfermedad. “Nosotros desde hace más de un año nos hemos adaptado laboralmente en esta guerra contra el SARS-CoV-2”.
Del mismo modo, recordó que era complicado hidratarse, no se podía probar alimentos en toda una jornada, además quedaba marcado el rostro con el Equipo de Protección Personal (EPP) y muchas veces el personal quedaba rendido.