Tras el daño que tuvieron por siglo edificios como la Catedral de Puebla e inmuebles históricos a causa del excremento de las palomas, las aves que invadieron la zona fueron ahuyentadas y lugares como el zócalo se encuentras libres.

Sin una declaración oficial por parte de las autoridades o especialistas, en las últimas dos semanas la gente comenzó a observar que en la plancha del zócalo ya no llegaban las aves, muchas de ellas alimentadas por un fotógrafo.

Además, comenzaron a quitarse las mallas que se colocaron en ventanales de la Catedral para que las palomas no ensuciaran esa zona ni hubiera acumulación de excremento, lo mismo ocurrió con las imágenes de la parte frontal que presentaban daños por la corrosión a causa de los desechos.

En un recorrido dominical, la gente no se percató de que las aves ya no están en ese lugar, sólo decían que el atrio está limpio al igual que el zócalo.

Boleros y comerciantes de la zona aclararon que no se habían dado cuenta, pero tampoco vieron una ave muerta como se ocurrió hace algunos años cuando para retirarlas se les envenenó a algunas de ellas.

Algunas fuentes consultadas señalaron que podría formar parte del rescate del Centro Histórico de la capital, el cual es Patrimonio de la Humanidad.

Daños a edificios y salud

De acuerdo a publicaciones, las palomas callejeras en ocasiones son consideradas una plaga que afecta no sólo los edificios, sino también la salud de las personas que respiran las heces de las aves.

Además los expertos señalan daños en esculturas por el picoteo y las uñas que con el paso del tiempo afectan la superficie que no se puede limpiar fácilmente.

En las publicaciones que hay en internet, se lee: “El excremento de las palomas contiene compuestos químicos como nitratos, sulfatos y sulfitos, que sirven de medio de cultivo para el desarrollo de hongos y bacterias capaces de crear condiciones favorables para que microorganismos que pueden vivir sin oxígeno (anaeróbicos), entren en función, deteriorando la pintura, los aplanados y la piedra”.