Dicen que el matrimonio entre Carlos de Inglaterra y Camilla pasa por su enésima crisis. Incluso hay quien publica, como el Globe estadounidense, que ya se prepara el divorcio del siglo al que se le ha puesto precio, 300 millones de dólares. La noticia habla de que ambos llevan meses de enfados, discusiones y de vidas prácticamente separadas, excepto cuando los actos oficiales, o la reciente boda del príncipe Guillermo, no les dan otra opción que lucir sus mejores sonrisas, uno junto al otro.

Sea quien sea la fuente desconocida de esta historia recurrente, se equivoca. Es muy poco probable, por no decir imposible, que alguien se crea el divorcio de Carlos y Camilla.  Aunque su matrimonio no sea de una armonía perfecta, ni un camino de rosas, es harto improbable que el príncipe heredero, después de la que se armó con su divorcio de Lady Di para casarse con su amante de toda la vida, Camilla, vaya a tropezar con la misma piedra. Tantos años como aspirante al trono, con la reina Isabel II ya cumplidos los 85 años, ¿va a tirar todo por la borda? El desprestigio sería enorme para los royals.

En una época en la que todo vende, esto suena a noticia de fabricación casera. Ni se separan, ni se divorcian. Seguirán cada uno con sus tareas, que bien es verdad que a Camilla no le placen demasiado, pasarán el verano a alguno de los castillos de la familia y esperarán a que muy pronto Kate Middleton cumpla con la tradición y anuncie su embarazo antes de que pase un año de su matrimonio con el príncipe Guillermo.