Francis Chullikatt, observador permanente de la Sede Apostólica ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aseguró que los armamentos no pueden ser considerados como cualquier otra mercancía porque conllevan un “grave costo” en vidas humanas.
En un texto difundido aquí urgió a la comunidad internacional a adoptar un instrumento legal contra el tráfico ilegal, una convención que tenga estándares reconocidos y aprobados a nivel internacional.
“La proliferación de cualquier tipo de armas provoca las guerras locales, la violencia urbana y cada día mata a demasiadas personas en el mundo”, sostuvo.
Agregó que existen otros efectos del tráfico de armamento como “el impacto negativo sobre la condición de las mujeres y los niños, y las consecuencias en términos del desarrollo integral de los pueblos”.
Según el prelado El Vaticano anima y sostiene el proyecto que la ONU puso en marcha desde 2006 para llegar a adoptar un Tratado sobre el Comercio de las Armas antes de 2012.
Pidió que ese convenio pueda promover criterios obligatorios para regular el comercio de las armas y las municiones, así como el comercio de los instrumentos tecnológicos para su producción.
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