La Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemora hoy el Día Mundial Humanitario destinado a todos aquellos trabajadores que se dedican a ayudar de manera incansable a quienes más lo necesitan en diversas partes del mundo.

Este día dedicado a los trabajadores humanitarios fue fijado por la Asamblea General de la ONU en memoria de las víctimas del ataque contra las instalaciones del organismo en Irak, que tuvo lugar el 19 de agosto de 2003.

El atentado causó 22 muertos, entre ellos el entonces Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos, Sergio Vieira de Mello.

El objetivo de la conmemoración es que la opinión pública "tome mayor conciencia de las actividades de asistencia humanitaria en todo el mundo y de la importancia que reviste la cooperación internacional en este sentido”, según un comunicado del organismo.

De igual forma, la celebración rinde homenaje “a todo el personal de asistencia humanitaria, incluso de Naciones Unidas, y el personal asociado, que trabaja en la promoción de la causa humanitaria y a quienes han perecido en el ejercicio de sus funciones”.

En 2009, 102 trabajadores humanitarios perdieron la vida y 92 fueron secuestrados, víctimas de 139 incidentes dirigidos contra ellos, y en 2010 se registraron 129 incidentes en los que 69 trabajadores fueron asesinados, 86 heridos y 87 secuestrados.

Con motivo de este día, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que “aquellas personas que han vivido trágicas circunstancias quedan desamparadas, muchas veces sin familia, alimento ni refugio, sin trabajo ni documento que las identifique”, de acuerdo con el texto.

Los trabajadores humanitarios ayudan a estas personas que se han quedado sin nada a sobreponerse, a recomenzar sus vidas. "Ellos son quienes envían un mensaje de solidaridad en medio del sufrimiento”, reconoció Ban.

En Ginebra, considerada cuna del movimiento humanitario, se llevará a cabo una marcha en el centro de la ciudad con cientos de trabajadores que pretenden crear conciencia sobre la imperiosa necesidad de proteger su labor en zonas en las que impera la violencia y la desolación.