Israel redujo sus ataques sobre la Franja de Gaza hasta ver si surten efecto los esfuerzos diplomáticos de Egipto para frenar la escalada de la violencia, pese a una decena de cohetes disparados por grupos palestinos en las últimas horas.
El alto al fuego israelí es el resultado de una reunión que el primer ministro Benjamín Netanyahu celebró con el "Octeto" (sus ministros más destacados) para elegir las vías de respuesta a los más de ochenta cohetes y morteros que aterrizaron en su territorio desde el jueves.
Un israelí murió anoche como consecuencia de metralla de cohetes en Beer Sheva, mientras que este domingo fueron arrestados en Cisjordania 120 palestinos, presuntamente militantes del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás).
Una decena de estos artificios voladores cayeron en Israel esta pasada noche, sin que hasta ahora exista una respuesta de parte del ejército, que mantiene a la población del sur israelí en alerta para evitar víctimas y dedica sus esfuerzos a intentar derribarlos en vuelo.
Uno de ellos, que pasó la barrera antiaérea Iron Dome, estalló en una colegio sin causar víctimas por estar aún Israel en el período estival.
Fuentes del ministerio de Defensa filtraron a medios locales que tras los atentados del jueves en Eilat y la agresión con decenas de cohetes el fin de semana, el ejército está en "nivel de respuesta uno", aunque se tienen en cuenta todas las posibilidades para el caso de un agravamiento.
"La preferencia de Israel es no dejarse arrastrar a una nueva gran operación militar", afirman sobre la última hace dos años, Plomo Fundido, "pero se barajan todas las posibilidades si no queda más remedio".
El general retirado Amos Gilad, jefe del Foro israelí de Seguridad y Diplomacia, no cree que "Israel se vaya a ver en un Plomo Fundido 2. Hamás no está interesado en mayor violencia, tampoco los otros", declara al diario Maariv.
En medios gubernamentales israelíes se cree que el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) no sabía de los atentados ni está involucrado en los actuales lanzamientos, y su disposición a reinstaurar la "tahadia" (tregua) de hace dos años es notoria.
Israel y Hamás negocian desde el viernes con Egipto, habitual mediador entre las partes, para rebajar las llamas, y este domingo un enviado de la Yihad Islámica viaja a la capital egipcia con tal fin.
Este otro grupo islámico, los Comités de Resistencia Popular, el FPLP, y alguno que otro adicional de pequeñas dimensiones, son los que se atribuyen los ataques de los últimos días.
El brazo armado de Hamás permanece marginado a pesar de haber roto oficialmente la tregua, en una clara señal a Israel de que los islámicos que gobiernan Gaza no están por más violencia, al menos en este ciclo.
En Gaza murieron quince personas en los tres días de conflicto, pero el régimen islámico no quiere arriesgarse a una nueva ofensiva de Israel que devaste de nuevo la franja.
"La historia se repite con todos los gobiernos: a raíz de un atentado las dos partes entran en un ciclo de ataques y contraataques. El final de los combates es sobre quién dispara el último cohete, quién aparenta ser el héroe y quién el cobarde", comenta Nahum Barnea en su columna de este domingo en el diario Yediot Aharonot.
Sólo que esta vez parece más fácil de resolver el caso porque por lo menos Israel y Hamás están de acuerdo, y lo que resta es convencer a los pequeños grupos armados de que dejen de disparar.
Para no aparentar ser demasiado cobarde, Israel detuvo en las últimas horas a uno 120 palestinos en Cisjordania, mayoritariamente islamistas, en una operación sin precedentes.
Tampoco el nuevo régimen egipcio, en su primera gran prueba de liderazgo regional en la cuestión israelí-palestina desde la Primavera Arabe, está interesado en un período de inestabilidad armada en su frontera este (por el oeste Libia ya está inmerso en otro), por lo que no escatima esfuerzos para persuadir a todas las partes.
Las próximas horas serán decisivas para ver el giro que toman los acontecimientos, y dependerán en gran medida de la cantidad de cohetes que sean disparados desde Gaza y si estos causan víctimas.
Si la suerte juega a favor de las partes y no hay más víctimas, el ejército israelí no responderá de forma pesada, aseguran los principales comentaristas, y Hamás tendrá tiempo para persuadir a los otros grupos de que dejen también de disparar.
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