Investigadores del Centro Médico de la Universidad Rush (UR) de Chicago aseguraron que para combatir la obesidad se debe cambiar el enfoque y tratarla como una consecuencia de procesos neuroconductuales.

En un estudio que publica este mes el Journal of the American Dietetic Association, los expertos señalaron que el asesoramiento dietético de la obesidad está arraigado en la elección personal y la fuerza de voluntad.

Esto es la capacidad de elegir alimentos saludables y el tamaño de las porciones para perder peso, por lo que afirmaron que este enfoque no funciona casi nunca.

"Los pacientes con sobrepeso y obesidad reciben información de dietas y se les anima a luchar contra el deseo de comer deliciosos alimentos disponibles en casi todo el medio ambiente", dijo el autor principal del estudio, Brad Appelhans, investigador del Centro de Prevención de la UR.

"Muy motivados y nutricionalmente informados, los pacientes luchan para abstenerse de alimentos apetecibles que son poco saludables y altos en grasas, azúcar o sal”, anotó.

“Pero siguen siendo obesos debido a sus opciones personales no saludables o a una falta de voluntad para tomar decisiones saludables, lo que los estigmatiza y es improbable que los motive a bajar de peso", agregó.

En cambio el modelo neuroconductual, es decir, las formas en que el cerebro controla la conducta alimentaria en respuesta a señales del medio ambiente, sería una mejor opción para perder peso.

Destaca tres procesos constantemente implicados en la obesidad y el exceso: la recompensa de alimentos, el control inhibitorio y el descuento del tiempo.

La recompensa de alimentos es en gran parte mediada por el sistema dopaminérgico mesolímbico, una vía neural en el cerebro conocida como el circuito de recompensa, que incluye la experiencia del placer que uno recibe de la comida y la motivación para obtener y consumir alimentos muy apetecibles.

Las personas con mayor sensibilidad a la recompensa tienen fuertes deseos por los alimentos dulces y grasos, lo cual con una base biológica junto con un fácil acceso a deliciosos bocadillos y comida rápida, tiene una alta vulnerabilidad a la ganancia de peso y a comer en exceso.

El control inhibitorio es la capacidad de suprimir la urgencia de comer alimentos ricos en calorías, a pesar de una fuerte motivación, y está en gran parte mediada por la corteza prefrontal del cerebro, fundamental para el auto-control, planificación y comportamiento dirigido a metas.

En tanto, el tercer factor que probablemente contribuye a bajar las tasas de éxito de las intervenciones dietéticas para la obesidad es el descuento del tiempo, que es la tendencia humana a devaluar recompensas retrasadas.

"La mayoría de nosotros preferiría recibir 200 dólares en la actualidad en lugar de 300 por año a partir de ahora", precisó el investigador.

Del mismo modo, el placer inmediato de comer tiene un efecto mayor en la toma de decisiones que los beneficios de salud más tardía de la pérdida de peso.

"La obesidad está fuertemente influenciada por vulnerabilidades genéticas y un entorno de alimentos tóxicos. Sin embargo, se puede ayudar a los pacientes a controlar su peso a través de estrategias centradas en la interacción entre el cerebro y el medio ambiente”, añadió.

Algunas recomendaciones de los investigadores basadas en este enfoque son retirar los alimentos altos en grasa de los entornos personales, tales como el hogar y el lugar de trabajo para evitar la activación de los circuitos de recompensa y combatir el premio de comida.

Además limitar el impacto de la recompensa en la elección de alimentos con una lista de compra directa o por internet, así como practicar técnicas de manejo del estrés, ya que éste favorece la sobrealimentación y la obesidad.

Las recomendaciones incluyen también evitar situaciones como buffets y restaurantes que desafían el control inhibitorio, y enfocarse en el logro de metas a corto plazo del comportamiento, como cocinar una cena saludable tres noches a la semana.