El artista estadounidense Spencer Tunick, famoso por sus retratos de desnudos colectivos, ha fotografiado hoy a un millar de personas sin ropa y a la luz del amanecer en la orilla israelí del Mar Muerto, el lugar más bajo del planeta. "Esta mañana ustedes también son artistas", ha dicho Tunick a los participantes cuando la oscuridad de la noche todavía inundaba la playa, situada cerca de la localidad de Ein Gedi.

Tunick ha pedido a los voluntarios, en su mayoría jóvenes, que se pusieran de espaldas, en dirección a la costa jordana, y luego que recrearan la inevitable instantánea turística flotando de espaldas a más de cuatrocientos metros bajo el nivel del mar. Ha habido después otras originales composiciones en la orilla, que el fotógrafo dirigía por medio de un megáfono desde una pequeña torreta de socorrista.

Más de 1.000 israelíes desnudos ante el objetivo de una cámara en las impresionantes vistas del Mar Muerto. Más de 1.000 mujeres y hombres de todas las edades (de 18 a 77) flotando sin ropa en las saladas aguas como inédito retrato. Al amanecer, el fotógrafo estadounidense Spencer Tunick ha sumado una pieza más a su colección internacional de desnudos masivos. Una de las más polémicas y esperadas.

"Deseamos concienciar al mundo del gradual deterioro del Mar Muerto debido a la sequía", argumenta el artista culminando un proyecto parecido más a una secreta operación de comando.

Tunick y sus 1.000 estrellas desnudas (en su mayoría israelíes pero también turistas de países como España, EU, Suiza o Gran Bretaña) evitaron revelar el lugar y la hora de la foto. De hecho, lo tenían prohibido tras firmar un documento de confidencialidad para evitar posibles manifestaciones de protesta o la llegada de curiosos.

La sigilosa operación empezó a las 11 de la noche. Los elegidos entre 3.000 candidatos fueron citados en seis diferentes puntos de Israel para salir en autobús a la zona del Mar Muerto. A las seis de la mañana y tras ser instruidos por Tunick, se desnudaron y sonrieron a la cámara del fotógrafo estadounidense judío convirtiéndose en piezas de un puzzle que pasará a la posteridad del Mar Muerto. El escenario elegido finalmente fue la playa Mineral y no faltó el conocido barro terapéutico.

Antes de ponerse manos a la obra, Tunick confesó que "el Mar Muerto es el más emocionante y difícil de los casi 100 proyectos que he realizado en mi vida".