De acuerdo con los palestinos, la adhesión a la medida es masiva y se cifra en varios miles de prisioneros, pero según fuentes hebreas apenas ha habido respuesta a la convocatoria.
“Dos mil quinientos presos (de los cerca de 7 mil) están siguiendo la huelga de hambre, la mayoría de ellos en cárceles del desierto del Neguev (sur de Israel) y en la de Ashkelon (cerca de la franja de Gaza)”, declaró a Efe Qadura Fares, presidente del Club de Prisioneros palestinos.
“Todos los presos pertenecientes al Frente de Liberación Popular Palestino (PLFP, de inspiración marxista), se negaron hoy a comer”, agregó. Sin embargo, el Servicio de Prisiones israelí discrepa de esa información y su portavoz, la teniente coronel Sivan Weitzman, aseguró que “sólo 85 prisioneros están en huelga de hambre, la mayoría de ellos en instituciones penitenciarias del sur”
Los presos también se niegan a utilizar los uniformes de presidiarios, a atender las llamadas y seguir los horarios de los centros de detención y a obedecer las instrucciones de los carceleros. Fares explicó que las principales demandas de los presos son “el fin de las agresiones a los reclusos, el fin de las penas de aislamiento, la reagrupación de los hermanos y familiares en las mismas cárceles y que se les permita estudiar”.
La ONG palestina Adameer, que defiende los derechos de los presos, anunció el inicio de una “campaña de desobediencia en protesta por la escalada de medidas punitivas del Servicio Israelí de Prisiones en los últimos meses”.
El pasado junio, Netanyahu anunció que “las excelentes condiciones de las que disfrutan los terroristas en prisiones israelíes se van a acabar” y aseguró que, en esta cuestión, su Gobierno “está comprometidos con la ley israelí y la ley internacional, pero nada más allá”.