Sin saber su nombre ni su sexo, es el niño del momento. El pequeño Sarkozy-Bruni protagonizará, aunque sea sin fotografías -su madre ha dejado bien claro que preservará su intimidad con uñas y dientes-, cientos de crónicas de sociedad. Después de nueve meses, Carla Bruni va a poder fumarse un cigarrillo y a beberse la copa de vino que llevaba esperando desde que se quedó embarazada. La primera dama, consciente de sus 43 años, se ha cuidado con mucho mimo durante estos nueve meses y ha renunciado desde el principio a sus pequeños vicios. De hecho, ¿saben cuándo saltó la primera alarma de embarazo? Cuando se la dejó de ver con un cigarrillo entre los dedos.

El embarazo se ha desarrollado con toda normalidad, pero la prudencia ha reinado en el Elíseo. “Hacía tiempo que trataba de quedarse embarazada. Es normal que se tomen precauciones”, confesó un portavoz de la pareja este verano. Lo cierto es que la espera ha sido larga, porque ya en 2009 la propia Bruni habló de su deseo de ser mamá de nuevo -tiene un niño de 10 años-, aunque reconocía que ya no era una jovencita. “No sé si la edad me lo permitirá. Si biológicamente no es posible, adoptaré”.

No solo ella aludió a la edad como posible impedimento. Desde que saltasen a la luz los primeros rumores, se especuló con que la pareja había recurrido a métodos de reproducción asistida y que por esa razón Bruni esperaba gemelos. Finalmente solo habrá un nuevo miembro en la familia.

Cuatro habitaciones

La Clinique de La Muette de París ha sido la elegida por el matrimonio para el feliz acontecimiento. Hace semanas que el personal se prepara para su llegada al centro, donde tienen desde hace un mes reservadas cuatro habitaciones suite a 250 euros la noche; una para la mamá y el recién nacido, otra para el presidente de la República y las otras dos para el personal de seguridad de la pareja. Un total de 1.000 euros por noche de ingreso.

Las suites no cuentan con grandes lujos respecto a las demás estancias, aunque sí son algo más grandes. La pareja se ha decantado por La Muette porque está muy cerca del Elíseo y porque tiene las instalaciones médicas más avanzadas de la ciudad. A la vista del alumbramiento, el personal se ha esforzado en los últimos días: todo está perfecto para tan ilustre parto y han sido aleccionados para que sepan cómo tratar a personajes de la talla de los Sarkozy, según ha declarado a una radio francesa un médico del centro.

Desde que volviera de sus vacaciones en Fort Bregançon, en la Costa Azul, Bruni ha esperado inquieta a que llegase la hora del parto. Una inquietud, que como ella misma reconoció, no cesará con el nacimiento y “seguirá durante treinta o cuarenta años”. Sabe de lo que habla. Su intranquilidad se remonta al año 2001, cuando, junto al filósofo Raphaël Enthoven, tuvo a su primer hijo, Aurélien.

Los otros tres hermanos del bebé Sarkozy-Bruni son por parte de papá. El presidente francés se casó en 1982 con Marie-Dominique Culioli y junto a ella tuvo a su primogénito, Jean, de 25 años. A él se sumó tan solo un año después Pierre. Tras el divorcio, volvió a encontrar el amor. Fue su segunda mujer, Cecilia Ceganer-Albeniz, quien le dio a su tercer hijo, Louis, que tiene ahora 14 años. A todos ellos la llegada de su hermano les pilla ya creciditos. Quizás por eso sea el sobrino del recién nacido quien más se alegre de tener un nuevo compañero de juegos. Sí, han leído bien, su sobrino. Porque en enero de 2010 Pierre hizo abuelo a Sarkozy.

Sabe de flores

Desde que comenzaran los rumores de embarazo, la pareja se ha mostrado hermética al respecto. Incluso cuando Carla Bruni no podía ocultar tras los pañuelos y los bolsos su incipiente barriga, cerró la cremallera y se negó a confirmar o desmentir la noticia. No fue hasta mediados de julio cuando por fin se lanzó a hablar del tema. Eso sí, después de que los paparazi la pillasen en biquini en aguas del Mediterráneo. Tachó su embarazo de “una alegría sorprendente e inesperada” y se excusó por no haber declarado su estado antes: “La gente tiene otros problemas y estaría fuera de lugar hablar demasiado de ello”.

Para estar fuera de lugar, Bruni no ha callado desde entonces. La primera dama ha dado multitud de entrevistas a diferentes medios franceses y aunque todas tenían otro fin, era inevitable, ante su prominente barriga, terminar hablando del tema.

En estos momentos tan sensibles, la exmodelo también ha tenido tiempo para recordar los inicios con su marido. En una de sus últimas apariciones confesó que el primer ministro la conquistó hablando de flores en los jardines del Elíseo. “Pensé para mí, tengo que casarme con él. Es presidente y además sabe todo sobre las flores”. Qué romántica.