Cuatro años y medio después de la matanza que acabó con la vida de 33 personas, el campus de la Universidad de Virginia Tech ha vuelto a quedar cerrado por la presencia de un hombre armado que, hasta este momento, ha matado a dos personas. Las medidas de seguridad adoptadas por los gerentes de la universidad después de aquel suceso han entrado en pleno funcionamiento en el incidente de este jueves, que se inició tras una parada rutinaria de tráfico.
Pasado el mediodía, hora local de Virginia, un agente de la policía del campus detuvo a un conductor, que abrió fuego contra él, matándole en el acto, según fuentes de la administración de la universidad, situada en la localidad de Blacksburg. El hombre se dio a la fuga y se parapetó en un estacionamiento. Los agentes, en su búsqueda, encontraron un segundo cadáver en ese aparcamiento. La policía del campus no confirmó si había muerto también por disparo.
El tirador huyó a pie, dejando su coche en la escena del crimen. Los agentes acordonaron la zona y mandaron mensajes de emergencia a los alumnos, a los que les pidieron que se quedaran dentro de las aulas y residencias, y evitaran salir a la calle. En ellos se alertaba de la presencia del sospechoso, “un hombre de raza blanca, con pantalones de chándal grises, una gorra gris con vetas de color verde chillón, una sudadera con gorro de color marrón y una mochila”. Los mensajes se enviaron por mensaje SMS, correo electrónico y por llamadas con mensajes pregrabados.
Todas esas medidas de prevención, puestas en marcha en un tiempo record, son el resultado de la matanza de abril de 2007, en la que el estudiante Cho Seung-Hui mató a 32 personas, armado hasta los dientes, encerrando a las víctimas en las aulas y disparando de forma indiscriminada. Posteriormente, se suicidó. Fue la peor masacre escolar de la historia norteamericana, ocurrida en una universidad normalmente muy pacífica, con 30.000 alumnos, a unos 400 kilómetros de Washington.
Precisamente, este jueves no ha habido clases en el campus. Los alumnos están en temporada de preparación de los exámenes y la mayoría de las aulas estaban vacías. En el caso del tiroteo de 2007, las autoridades del campus fueron criticadas por no cerrar el campus urgentemente después de que el alumno comenzara a disparar. Desde entonces, una de las primeras medidas que imponen los agentes es cerrar el recinto y aislar los accesos.