La ira por las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre de Rusia atrajo a una multitud diversa a un terraplén frío en Moscú, donde estuvo durante horas bajo la nieve húmeda para exigir una repetición de la votación, que según los enemigos de Putin fue manipulada a favor de su partido Rusia Unida.
Pero aunque los organizadores no incluyeron la renuncia del primer ministro en su lista de demandas, gran parte de la ira estaba dirigida a Putin.
Para Olga, de 38 años, el voto volvió a confirmar su convicción de que, como Putin ha ganado poder durante más de una década como presidente y luego como primer ministro, el pueblo que gobierna se ha vuelto cada vez más impotente.
"Es su sistema", dijo Olga, una moscovita que no quiso dar su apellido.
Felix, un militar en retiro de 68 años que recuerda las enormes manifestaciones que acompañaron el colapso de la Unión Soviética hace 20 años, dijo que quería que Putin se fuera pero no tenía ninguna esperanza de que eso pudiera lograrse mediante elecciones.
"No hay forma de cambiar a quienes tienen el poder dentro del sistema electoral que han establecido, por lo que tenemos que utilizar otros métodos", dijo mientras esperaba la llegada de unos amigos en un andén del metro antes de la manifestación e ignorando a un policía con un megáfono que pedía a la gente que saliera de la estación.
"Se necesitan acciones más radicales, pero la gente no está preparada para eso todavía (...) así es que por ahora vamos a protestar", dijo.