No hubo milagro y los tres mexicanos detenidos en Malasia acusados de narcotráfico fueron sentenciados por el juez Mohamed Zawawi a la pena capital mediante la horca, como establece la ley en ese país a quienes incurren en ese delito.

“Señores, entiendan que la única sentencia es la muerte (…) se les condena a colgar hasta que mueran…” , resolvió Zawawi, también conocido como el “juez soga” en ese país, por las numerosas penas de muerte que ha dictado a lo largo de su carrera judicial.

De inmediato, la defensa de los mexicanos anunció que apelarán la sentencia, en un intento porque se les conmute la pena capital por cárcel.

José Regino, Simón y Luis González Villarreal son tres hermanos originarios del estado de Sinaloa que fueron detenidos por la Policía de Malasia junto a los otros dos acusados en una nave industrial de Johor Baru, ciudad portuaria fronteriza con Singapur, en la que fue descubierto diverso material para hacer metanfetaminas, varios precursores químicos y cerca de 29 kilos de esa droga, de los que un tercio desapareció del almacén en el que estaba guardado bajo custodia policial.

El juicio duró alrededor de una hora y media, pero conforme pasaba el tiempo se esfumaba la esperanza de que el juez  absolviera a los mexicanos por las presuntas irregularidades que se evidenciaban en el proceso de que fueron objeto.

Era tal la esperanza de que fueran absueltos que los tres hermanos llevaban consigo sus escasas pertenencias y una biblia, que les sirvió de apoyo y consuelo durante este trance.

Todo estaba listo para que en cuanto se dictara la libertad, los funcionarios de la embajada mexicana trasladaran de inmediato a los tres hermanos al aeropuerto para que fueran deportados y trasladados a México. Incluso los procesados llevaban sus pasaportes.

Al final, la sentencia del juez derrumbó las esperanzas de los mexicanos y con ello su ilusión de regresar a nuestro país.