Entre los alumnos secundarios arrestados, hay 94 menores de edad y 38 adultos que se resistieron a abandonar la toma en tres colegios. Temen más enfrentamientos.

El alcalde Pablo Zalaquett ratificó su decisión de seguir desalojando los liceos tomados, a la vez que aseguró que las ocupaciones son responsabilidad de un grupo minoritario. Los estudiantes, por su parte, reafirmaron las medidas y no descartaron la posibilidad de resistirse a un eventual desalojo. 
 
Diego Mellado, vicepresidente del Centro de Alumnos del Internado Nacional Barros Arana, desalojado el jueves en horas de la mañana, señaló que volverán a ocupar el establecimiento las veces que sea necesario. "Decidimos ser consecuentes con nuestra postura y si es necesario tomar el colegio miles de veces y que nos desalojen miles de veces, lo vamos a hacer", aseguró Mellado. 
 
Zalaquett defendió los desalojos y se refirió a quienes encabezan las protestas: "Hago un llamado a los líderes estudiantiles para que tengan un liderazgo positivo, este liderazgo ya está añejo". El alcalde indicó además que "uno tiene libertad para optar por la toma, pero cuando se torna un acto ilegal, hay que asumir la responsabilidad". 
 
"Hay que parar esto. Basta ya, aquí hay jóvenes que quieren estudiar, pero también hay jóvenes que quieren destruir y si quieren destruir, tendremos que tomar las acciones respectivas", aseguró el alcalde en declaraciones a Radio Cooperativa.
 
Los estudiantes, por su parte, denunciaron que Carabineros lanzaron bombas lacrimógenas en el interior de los colegios y reafirmaron que las ocupaciones de los liceos se llevaron adelante después de una votación mayoritaria. Mientras avanzan los desalojos, alumnos de nuevos establecimientos se suman a las tomas.
 
El presidente de la Fech (universitarios), Gabriel Boric, señaló: "Los universitarios y secundarios estamos unidos por una misma causa y nosotros estamos estudiando las medidas a seguir frente al Gobierno, a la arrogancia del ministro Beyer y frente a los desalojos que están viviendo los secundarios".
 
Desde el jueves pasado, en el que una movilización de la coordinadora de secundarios terminó con incidentes, buses de Transmilenio quemados y varios detenidos, los estudiantes recrudecieron su plan de lucha.
 
Reclaman una reforma al sistema educativo chileno, uno de los más caros y desiguales del planeta, producto de las reformas de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que redujo a menos de la mitad el aporte público y fomentó la inclusión de privados.
 
Los estudiantes buscan que el Estado central vuelva a hacerse cargo de los colegios públicos, hoy administrados por los municipios, y restringir la operación de centros privados que reciben subvención del Gobierno.