"Algunos no sabían por qué el obispo de Roma había querido llamarse Francisco y pensaron en Francisco Javier o en Francisco de Sales", dijo el líder católico improvisando durante un discurso pronunciado en español.
Entonces, de manera sorpresiva, contó la historia de cómo decidió tomar su nombre papal y explicó que durante el Cónclave, en la Capilla Sixtina, estaba sentado al lado de un cardenal muy amigo suyo, el arzobispo emérito de Sao Paulo, Claudio Hummas.
"Cuando la situación se hizo peligrosa para mí, me consolaba. Y cuando los votos superaron a los dos tercios necesarios para la elección, hubo un aplauso. El me abrazó y me dijo: no te olvides de los pobres!", señaló.
"Mientras el escrutinio seguía, inmediatamente pensé en Francisco de Asís (...) Y luego pensé en las guerras y así llegó un nombre a mi corazón: Francisco de Asís, el hombre de la pobreza, de la paz, el hombre que ama y que cuida la creación, el hombre pobre. Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres (...)", apuntó.
Cuando se elevó este clamor, casi un suspiro idealista, los periodistas rompieron en un aplauso espontáneo mientras algunos gritaban: "viva el papa, viva el papa" y "Francisco, Francisco".
Antes había iniciado pronunciando un discurso preparado durante el cual agradeció el trabajo de la prensa, desde el anuncio de la renuncia hasta su elección al trono de San Pedro.
Les invitó a seguir laborando con gran atención a la verdad, a la bondad y la belleza, algo en lo cual los periodistas se parecen a la Iglesia católica, en defender y transmitir esos valores.
Empero advirtió que, si bien la lectura de los hechos eclesiástico no suelen ser muy distintas a los políticos o económicos, la Iglesia no tiene una naturaleza política, sino esencialmente espiritual.
"Es el santo pueblo de Dios, el que camina hacia el encuentro de Jesucristo, por eso, sólo bajo esta perspectiva, se puede dar razón de lo que ocurre en la Iglesia católica", ponderó.
Asimismo subrayó que Cristo es el centro y no el papa, no el sucesor de Pedro. Tras citar varias veces a Benedicto XVI, advirtió que, sin Jesús, Pedro y la Iglesia no tendrían razón de ser.
Por eso "en todo lo que le ha sucedido, el protagonista es el Espíritu Santo, que es quien ha inspirado la decisión de Benedicto XVI y ha dirigido la elección de los cardenales", estableció.
Emplazó a conocer cada vez más la verdadera naturaleza de la Iglesia, "con sus virtudes y sus defectos", y aseguró que "la Iglesia va a dedicar una gran atención a vuestro trabajo".